La economía circular y la segregación y gestión de residuos son dos de los grandes ejes sobre los que Lilly España centra sus compromisos en materia medioambiental y sus objetivos de crecimiento sostenible. A finales de 2016, este esfuerzo se concretó en la creación de un grupo de trabajo multidisciplinar que este año se ha marcado como objetivo desarrollar un plan de acción específico centrado en la minimización de residuos y en la mejora de la segregación de manera que se consiga mayores niveles de reciclado.
Los diferentes tipos de residuos que genera la actividad de Lilly son tratados con el objetivo de conseguir su mayor aprovechamiento. Desde finales de 2012, Lilly no envía ningún residuo a vertedero, siendo el 95 por ciento de los residuos reciclados o valorizados y sólo un 5 por ciento incinerados sin recuperación energética.
“Es importante reiterar nuestro compromiso continuado con la reducción de la huella ambiental de la empresa, tanto en la filial como en la fábrica. Nuestra actividad requiere el uso de recursos como la energía, el agua o las materias primas. Es por ello que empleamos un enfoque holístico para entender el impacto ambiental de nuestros productos y establecer acciones que permitan realizar nuestras actividades de la forma más sostenible posible”, ha recalcado Javier Ellena, presidente de Lilly España.
En el caso de los residuos no peligrosos, la cantidad producida, segregación y tratamiento se mantiene en términos similares en los últimos años
Entre 2013 y 2016 Lilly ha desarrollado un plan de minimización de residuos peligrosos se generan en seis procesos diferentes. En tres de estos que representan el 66% de los residuos peligrosos generados, se ha superado en un 17% el objetivo previsto.
Difundir y concienciar
En los dos últimos ejercicios el departamento de Medio Ambiente de Lilly España gestionó un presupuesto de 578.851 y 687.635 euros, respectivamente, lo que arroja una media de 631.000 euros en ambos años. Esta asignación, además de asegurar una correcta gestión de residuos, emisiones, etc, ha permitido llevar a cabo numerosas actividades de difusión y concienciación a sus empleados. Así, cada año Lilly organiza el Día de la Seguridad, el Medio Ambiente y la Energía, que en 2015 centró sus focos temáticos en los sistemas de gestión certificados y el ahorro de agua para apostar en 2016 por la economía circular y la segregación y gestión de residuos.
En gestión de la huella ambiental Lilly trabaja sobre otros objetivos básicos. En 2015 y 2016 no superó los valores límite establecidos para los vertidos. Y concretamente en relación a la reducción de la presencia de fósforo en los vertidos —uno de los retos corporativos a 2020— la compañía aplicará nuevas acciones a las ya adoptadas: análisis de fuentes, sustitución o reducción de detergentes fosforados y potenciación de los sistemas de control.
Las emisiones y el consumo de energía han aumentado debido a la puesta en marcha de nuevas instalaciones. No obstante, también se han activado acciones para reducirlas: se ha contribuido a la disminución de emisiones CO2 con la contratación de un suministro de energía certificada como 100% renovable; se han adquirido equipos más eficientes, sustituyendo luminarias por LED e instalando detectores de presencia; y se está trabajando en la incorporación de vehículos bajos en emisiones y en la formación en conducción eficiente.
Externamente, Lilly sigue formando parte de la Comisión Autónoma de Seguridad e Higiene de la Industria Química y participa en las reuniones del grupo de Medio Ambiente de Farmaindustria, de SIGRE o Packnet, entre otros. En 2015 se sumó al Clúster de Cambio Climático, del que forman parte 50 empresas. Su compromiso se refleja en otros datos incluidos en su Memoria: durante 2015 y 2016 Lilly no ha sido objeto de sanciones o quejas, ni detectó situaciones de riesgo medioambiental. Además, superó las auditorías en base a la norma ISO 14001: 2004 sin ninguna no conformidad. La compañía ya trabaja en la transición a la versión 2015 de la norma.
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