«En la vida me han dado tanto, que quería devolver algo a la comunidad», dice Mariano Torrente, uno de los cuatro alumnos que pasará el verano con Unicef en Ginebra, Nairobi y Harare.
Este deseo de utilizar los conocimientos y las habilidades que se adquieren en el MBA para lograr un cambio positivo es una motivación común entre los alumnos que optan por las prácticas sociales.
El canadiense William Maize quería «hacer algo valioso en las prácticas de verano del MBA». Por su parte, Marie Graver, de Estados Unidos, que está colaborando con la Cruz Roja en Ginebra, pensó «que podía ayudar a mejorar el mundo trabajando en un proyecto que pudiera tener un impacto positivo global».
Las ONG, una colaboración natural
Los fuertes vínculos del IESE con algunas de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y Organizaciones Intergubernamentales (OIG) más importantes a nivel internacional ofrecen a los alumnos la oportunidad de escoger entre una amplia variedad de experiencias en diferentes partes del mundo.
Además de los MBA que hacen sus prácticas con Unicef y la Cruz Roja Internacional, hay una participante que las realiza en Alemania con el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y otro que las hace en el IDEV, en Perú.
El profesor Yih-teen Lee, tutor de uno de los alumnos que realiza las prácticas con Unicef en Ginebra, indica que «se trata de una colaboración natural entre ambas organizaciones, ya que coinciden en los valores y en la misión. Algunos participantes se sienten lógicamente atraídos por la posibilidad de conseguir un impacto específico en la sociedad a través de estas prácticas».
«Las prácticas sociales con Unicef se iniciaron con nuestra asociación con ellos para el Management Development Program, que empezó el pasado septiembre», explica Lee. «El programa fue un gran éxito para la primera promoción, así que Unicef estaba encantada de ampliar su colaboración con el IESE».
Ventajas para los participantes, las organizaciones… y el mundo
«Los participantes aportan un gran valor al trabajo en Unicef, especialmente en cuanto a pensamiento crítico y habilidades analíticas», afirma Alanna MacTavish Khalil, directora regional de Unicef en el Departamento de Participación del Sector Privado en Nairobi y tutora de los dos MBA que hacen las prácticas allí.
En unos tiempos en los que muchas ONG y OIG afrontan recortes financieros drásticos, el reto es ahora hacer más con menos, explica. Los MBA aportan herramientas muy útiles para potenciar el rendimiento y la eficiencia. Tal y como señala Yohei Nakahara, que se encuentra en Nairobi con Unicef: «Si las organizaciones internacionales funcionaran de forma más efectiva, entonces podríamos ayudar a más personas».
Marie Graver coincide y añade que «los casos que estudiamos en el IESE tienen mucho que ver con los asuntos que las empresas tienen que afrontar, y podemos utilizar nuestros conocimientos para encontrar soluciones a estos problemas».
De hecho, Graver está colaborando con un programa piloto para dar formación a millones de voluntarios de Unicef en todo el mundo, así como para promocionar una plataforma de formación online.
Otros participantes están contribuyendo a desarrollar una estrategia de participación de la diáspora en Unicef Zimbabue, y apoyando nuevas estrategias en el Departamento de Recaudación de Fondos en el Sector Privado y Alianzas de Unicef en Ginebra.
Yohei Nakahara ha aprendido que los conocimientos que se adquieren en el MBA pueden aplicarse en el sector de las organizaciones sin ánimo de lucro, y que son especialmente útiles para mejorar la «estructura organizativa interna y los procesos de trabajo». Y esta capacidad de aplicar las enseñanzas del MBA para aportar un beneficio a la sociedad es precisamente uno de los objetivos laborales de Nakahara. «Deberíamos utilizar nuestros conocimientos para cambiar el mundo», concluye.
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