Cuando la fábrica de tabacos de Cádiz se ubicaba en las antiguas instalaciones de la calle Plocia, hoy Palacio de Congresos, unas dos mil personas acudían a trabajar al centro, en gran parte mujeres. Hoy son apenas 300 los empleados que quedan en activo en las instalaciones de la multinacional Altadis, antigua Tabacalera, en el recinto de la Zona Franca, a la entrada de la ciudad.
Desde que a finales del pasado año se materializara el cierre de la fábrica de cigarros puros Farias y se ejecutara el último Expediente de Regulación de Empleo (ERE), por el que se prejubilaron cerca de 200 trabajadores, el ritmo de producción en la factoría gaditana ha ido a menos, situándose en estos momentos la producción en torno a un cincuenta por ciento de lo que solía ser habitual antes del expediente. Así lo confirma la presidenta del comité de empresa de la fábrica gaditana, Carmen Pérez, del sindicato Autonomía Obrera, para quien la situación "es preocupante" y lo será más a corto plazo, "si no se consigue más carga de trabajo y nuevos mercados para la producción de esta fábrica".
Y es que según la presidenta del comité, las instalaciones de la factoría están funcionando desde hace ya varios meses "a medio gas. Las ventas han descendido desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco y en estos momentos nuestra fábrica, que se dedica exclusivamente a la liga de tabaco, sólo envía la producción a la fábrica también de Altadis en Logroño, que es donde se lían los cigarrillos para su posterior distribución. Antes también teníamos contratos con otras multinacionales a las que se les vendía la liga de tabaco, pero ahora sólo se abastece a la fábrica de La Rioja", explicó.
En estos momentos la principal actividad de las instalaciones se concentra en la Planta de Preparación de Ligas (PPL), que procesa unas 1.200 toneladas de tabaco al mes, mientras que la Planta de Tabaco Expandido(PTE) procesa aproximadamente unas 200 toneladas mensuales de tabaco (lo que supone una ocupación de en torno a un 50 por ciento) y la Planta de Tabaco Reconstituido (PTR) trata apenas cien toneladas, cifrándose su actividad en un 30 por ciento de lo que venía siendo habitual.
Carmen Pérez explicó, preocupada, que semanalmente el comité de empresa de la factoría se reúne con la dirección de la fábrica para trasladarle sus inquietudes y pedir que se busquen nuevas vías de mercado, ya que los representantes de los trabajadores consideran que "si no se le da a esto un achuchón, la plantilla tiene los días contados". La dirección del centro, por su parte, les hace llegar que se está trabajando en la búsqueda de nuevos mercados, pero los trabajadores sólo ven en esta respuesta "buenas palabras".
Uno de los principales motivos de preocupación del comité de empresa es que en Francia, la multinacional cuenta con una planta de características muy similares a la de Cádiz en la que ya en más de una ocasión se ha barajado centralizar la liga de tabaco rubio. "Hacen un trabajo muy parecido al nuestro y creemos que no sería raro que la dirección de la empresa se decantase por mantener aquella fábrica en un futuro en lugar de la de Cádiz".
Otra dificultad que planea en el horizonte es la reciente compra de la tabaquera marroquí por parte de la multinacional hispano-francesa, con fábricas que también cuentan con tratamiento de ligas y en las que la mano de obra es mucho más barata que en España, teniendo además menos leyes que regulen el consumo del tabaco y menos garantías laborales que en cualquiera de los países europeos.
Así las cosas, los trabajadores les están viendo "algo más que las orejas" al lobo, como indicaba Carmen Pérez, quien echa en falta además una implicación activa de las administraciones y los políticos en este asunto. "Nosotros, como comité de empresa, nos vemos impotentes a la hora de luchar contra las decisiones de una multinacional. Podemos batallar en el día a día, pero no contra los planes a largo plazo". Carmen Pérez lamenta que cuando se produce un anuncio de despidos o un expediente de regulación de empleo, algo que en los últimos años se ha repetido con una frecuencia aproximada de cada dos ó tres años, los políticos "salen al paso y tratan de colaborar para que la gente salga en las mejores condiciones posibles, pero esa no es la cuestión, se trata de mantener los puestos de trabajo para las generaciones futuras. Tenemos que recordar que la palabra reconvertir significa cambiar, no destruir, y aquí lo único que se está haciendo es destruir empleo".
Carmen Pérez comparó el caso de Altadis con el de otra empresa emblemática de la ciudad, Astilleros, "pero a nosotros se nos ha escuchado menos",
Esta situación está afectando además al clima de trabajo en la fábrica, ya que a pesar del descenso de la producción los turnos de trabajo siguen siendo muy duros teniendo en cuenta el fuerte descenso de personal tras el último expediente de regulación. "Las trabajadoras de la cadena de producción lo están pasando muy mal, la edad media de la plantilla es alta, de 47 a 50 años, y el trabajo de producción es muy duro y constante, son siete horas al mismo ritmo y haciendo turnos. Cada vez se dan más casos de absentismo y hay muchas compañeras de baja por invalidez", asegura, lamentando a continuación que cada vez es más generalizado el comentario entre los empleados que buscan una prejubilación y salir de la empresa en las mejores condiciones económicas posibles. "Los trabajadores no tienen ninguna ilusión, es triste pero es así", dice Carmen Pérez, quien señala además que los presupuestos de mantenimiento y funcionamiento de la fábrica se han reducido drásticamente. "Hace tiempo que no se hace ninguna mejora en la fábrica, los presupuestos se hacen para parchear y no se contrata a nadie desde hace mucho tiempo", indica.
La presidenta del comité de empresa de la fábrica de Altadis en Cádiz se queja de que los trabajadores de la planta ven cómo las instalaciones "se degradan por días. Creemos que esto, si nadie le pone remedio, puede ser la crónica de una muerte anunciada", concluyó.
http://www.diariodecadiz.com/diariodecadiz/articulo.asp?idart=3380143&idcat=829
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