El plan de cese y abandono que pondrá en marcha Mina La Camochar está previsto que dure, en principio, entre ocho y diez meses. El plan consistirá, primero, en recuperar todo el material y herramientas posibles, el derrumbe de una parte de la explotación y el posterior sellado, con losas de hormigón armado, de los cinco pozos de la mina (el número 2 y el número 3, los de ventilación de Leorio y Granda, y el denominado de relleno). La plantilla de la mina (algo menos de 160 trabajadores) aún no sabe su destino laboral concreto. El presidente del comité de empresa, Fernando Gómez, explicó que «el acuerdo está hecho, pero sin desarrollar, y hay muchas cosas que tratar todavía».
José Luis Gómez trabajó en Mina La Camocha 29 años, de ramplero y maquinista, hasta que se jubiló el 19 de enero de 1989. Es el padre del actual presidente del comité de empresa, Fernando Gómez. Mientras espera a que comience el almuerzo, charra con otros antiguos mineros de su quinta y asegura, sin dudar, que «claro que me da pena que cierre la mina, La Camocha era la comida de mucha gente de por aquí; dio mucho trabajo en Gijón».
No guarda en su memoria este antiguo minero «malos recuerdos de la mina; la verdad es que la gente que había allí y los jefes fueron todos fenomenales».
A su lado, asiente sus palabras José Manuel Marcos, minero de La Camocha desde 1963 hasta 1989. Fue picador y por eso sabe que un buen picador tiene que tener «fuerza y maña para postear». Y cuenta que trabajó «con un gallego, un tal Domingo, al que se le daba muy bien el hachu, pero no picaba; entonces, él posteaba y yo picaba también lo de él».
La plantilla de picadores y posteadores de La Camocha siempre tuvo fama de ser la mejor de Asturias, y, con rubor, lo ratifica José Manuel Marcos, quien recordaba que «estuvimos trabajando en una rampla que llamaban la "Selección", era muy ancha y allí estaban los mejores, había que tener gente preparada».
Tampoco guarda este antiguo picador «recuerdos malos» de la gente con la que trabajó, aunque el peor trago, cuenta, «lo tengo de cuando me tocó sacar a un chaval que se mató y acababa de terminar la mili».
Santos Manuel de Pablo trabajó en Mina La Camocha entre 1966 y 1989, procedente del pozo Nicolasa, donde había estado nueve años. También fue picador y recuerda que «me tocaba, cuando moría alguien, ir de los primeros», con la brigada de salvamento. Pero «cuando la cosa se complicaba, entonces se llamaba a la brigada de Hunosa», cuenta Santos Manuel de Pablo.
Entra al quite en la conversación José López, minero de La Camocha entre 1964 y 1992: «La brigada la integraban, prácticamente, sólo vigilantes y mineros de primera». También le da pena a José López que cierre la mina, y José Manuel Marcos tercia para opinar que «no creo que haya razón para cerrarla; cuanto más abajo, más carbón hay».
El problema son los costes de la extracción y los precios del mercado. Por ello, José López opina que «la mecanización dentro es difícil y no acaban de encontrar máquinas que hagan rentable la explotación. En toda Europa cierran las minas, por algo será; otra cosa sería si hubiera máquinas que funcionaran bien dentro, o a cielo abierto, como un reportaje que vi de Sudáfrica, que de una palada de excavadora sacan casi la producción de un día de La Camocha». Y termina su exposición recordando que «la producción mensual más alta de Mina La Camocha fue en el año 1966, en marzo».
Y José López también tiene un recuerdo para el ingeniero de minas Luis Manuel Tejuca Suárez, que fue jefe de explotación y director general de Mina La Camocha entre los años 1974 y 1991: «Es un hombre muy inteligente; tenía mucha mano izquierda con la gente y sabía de todo».
El almuerzo fue organizado por el comité de empresa y se pagó a escote de todos los comensales, a quienes se les regaló un llavero de metal que representa una vagoneta cargada de hulla. Uno de los últimos testimonios de una historia que los hermanos Felgueroso iniciaron en 1901, con los primeros sondeos en el coto hullero gijonés, y que ayer, 4 de diciembre, por Santa Bárbara, inició su punto y final, aunque la mina de La Camocha sobrevivirá muchos años entre los mineros que la explotaron.
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