La brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza casi el 23%, según los últimos datos disponibles, correspondientes a 2011, lo que supone que una mujer tiene que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre, según un estudio de UGT del que se desprende que el empleo no impide el empobrecimiento femenino, pues la brecha salarial, la precarización del trabajo a tiempo parcial y la feminización de ciertos sectores determinan una situación económica peor que la de los hombres en términos globales.
El informe, presentado en rueda de prensa por la responsable de Igualdad del sindicato, Almudena Fontecha, constata que el 90% de los hogares con un adulto e hijos a cargo están sustentados por mujeres y son los que afrontan un mayor riesgo de pobreza, al percibir éstas menores rentas que los varones.
De hecho, si de media un hombre ganaba en España en 2011 unos 25.667 euros al año, las mujeres tenían una retribución de 19.767 euros, un 0,5% más de diferencia que en 2010: el sueldo medio de una mujer en España es el 77,01% del sueldo medio de un hombre. Aunque los salarios subieron en el mismo periodo un 0,5%, para ellos subió un 0,74%, mientras que entre las mujeres apenas llegó al 0,16%.
En 2012, más de 7,7 millones de mujeres estaban ocupadas y de ellas, 1,7 millones percibían ingresos inferiores a 612,9 euros al mes, es decir, su sueldo estaba por debajo del umbral de la pobreza. «El empobrecimiento de las mujeres asalariadas es el resultado de su concentración en los salarios más bajos», explica el estudio, para incidir en que el 51,4% de las mujeres ganan 1,5 veces el salario mínimo interprofesional (641 euros) y sólo el 0,27% de ellas lo superan en diez veces.
En este sentido, Fontecha ha llamado la atención sobre la persistencia de una mayor cantidad de mujeres en el empleo a tiempo parcial, pese al incremento de trabajadores masculinos en este ámbito a causa de la crisis. De media, las mujeres con trabajo a tiempo parcial (dos millones de empleadas, el 26% de las asalariadas) perciben 719 euros al mes, mientras los hombres en estos trabajos (730.100) superan los 804 euros mensuales.
«Mientras en el conjunto de la Unión Europea la tasa de pobreza para las personas que trabajan con jornada completa es del 7,3%, en España alcanza la proporción 11,8%. Más amenazante para las mujeres que son las que desempeñan la mayor parte del trabajo a tiempo parcial que se desarrolla en España, es conocer que el riesgo de pobreza con una jornada a tiempo parcial alcanza el 18,3%, cuatro puntos por encima del 12,4% del riesgo, ya elevado, del total de las mujeres europeas», explica el estudio.
Con todo, desempeñar un trabajo a jornada completa no es sinónimo de percibir un mayor salario, especialmente si se es mujer en hostelería: ganan un 36,03% menos de media que el resto de trabajadoras y un 49,26 por ciento menos que sus compañeros hombres. Tampoco tener mayor formación garantiza mejor sueldo, ya que la brecha salarial en las actividades profesionales científicas y técnicas llega a ser del 30,54%.
«Si ellas son las que más formación tienen y también son las que presentan más paro, está claro que las empresas no están contratando a los mejores», ha comentado Fontecha, para incidir en que la salida de la crisis pasa por facilitar la incorporación de las mujeres en igualdad de condiciones al empleo.
MENOS PARO, MENOS PENSIÓN
Con estos menores ingresos, las rentas derivadas del trabajo que se generan también son menores. Las mujeres se sitúan mayoritariamente en las cuantías más bajas de las pensiones contributivas, con una media de 440,25 euros al mes (dos mujeres por cada hombre en este tramo) y, en cuanto a las de jubilación, la media es de 849,79 euros al mes, un 32,58 por ciento menos que entre los hombres. El 24,48% de los hombres percibe pensiones por debajo del SMI, frente al 71,81% de las mujeres.
«Más de un millón de mujeres jubiladas en la actualidad están sufriendo las consecuencias de las discriminaciones soportadas a lo largo de la vida. Los escasos recursos de estas mujeres, añadido a los altos costes de los servicios, sobre todo sanitarios y de atención domiciliaria que requieren de manera ineludible y que deben autofinanciarse, unido a la subida del IVA en todos los bienes de consumo, limita e impide que muchas mujeres puedan cubrir sus necesidades básicas», explica el estudio.
En cuanto al desempleo, está peor retribuido y dura menos tiempo que entre los hombres: una parada percibe de media al año 1.825 euros menos que un parado en su misma situación. «Al igual que en el caso de las pensiones de jubilación, las mujeres que no acceden al desempleo contributivo pasan directamente a percibir otro tipo de prestaciones que, por la escasa cuantía, sitúan a un importante número de mujeres desempleadas en situación de pobreza o de pobreza extrema si tienen personas a su cargo», apunta el trabajo.
En la actualidad, de los 2,8 millones de mujeres que están en el paro, sólo 580.600 perciben una prestación de desempleo, 539.900 mujeres perciben pensiones de nivel asistencial y 1,68 millones no están recibiendo ningún tipo de ayuda pública, cifra esta que va en aumento. «Ha aumentado el número de mujeres desempleadas y se van reduciendo las mujeres que reúnen los requisitos de cotización suficientes para acceder al desempleo contributivo debido a la elevada presencia en el trabajo temporal y a tiempo parcial», señala el informe.
UN SUICIDIO COLECTIVO
Conforme apunta UGT, «en las vidas laborales de las mujeres se produce un empobrecimiento paulatino, inician su inserción laboral con salarios más bajos que los de los hombres y las repercusiones de esta discriminación se mantienen a lo largo de toda su vida y una vez abandonada su vida laboral la penalización es aún mayor».
Las mujeres también son mayoría entre quienes cobran rentas mínimas de inserción, suponen el 61% del total, 132.801 frente a 84.557 hombres. Las diferencias se agravan cuando se trata de personas con hijos a cargo, pues llegan a ser el 71% de las mujeres las que tienen que recurrir a este tipo de ayudas.
«Este país está cometiendo un suicidio colectivo», ha denunciado Fontecha, para incidir en que la falta de políticas públicas de conciliación sin coste para las mujeres pasa factura a la economía de todo el país, ya no sólo en términos de caída de la natalidad y de falta de un modelo productivo sostenible, sino porque «la desigualdad del presente» será la pobreza del futuro.
En este sentido, ha destacado que «este país va a tener un problema social y demográfico muy importante» porque ante la «ausencia» de políticas públicas las mujeres «han ido adoptando decisiones» como retrasar la edad de maternidad o tener menos hijos de los que querrían. «Eso iba a ser la puerta al mercado de trabajo pero tampoco ha sido así», ha apuntado Fontecha, para incidir que así, ahora ni natalidad, ni empleo, ni riqueza.
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