Dice que permitirá a los consumidores acceder a información más detallada de los productos, pero puede afectar a la calidad del empleo
La introducción de un nuevo sistema de identificación, vía radiofrecuencias (RFID), que reemplazará al código de barras de los productos alimenticios, se vislumbra clave para el aumento de la productividad, pero el cambio también afectará a los niveles y la cantidad y calidad del empleo, lo que puede tener repercusiones negativas para millones de trabajadores, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La reforma que se avecina permitirá a los consumidores acceder a información más detallada sobre los alimentos, gracias a etiquetas de identificación que incluirán microprocesadores de computadoras equipados con antenas en miniatura. Igualmente, el revolucionario sistema ayudará a los vendedores a ofrecer lo que los clientes esperan y, de esta manera, a aumentar la productividad y la competitividad. El estudio de la OIT recomienda iniciar cuanto antes un diálogo amplio entre trabajadores y empresarios para afrontar las preocupaciones por la intimidad de los empleados, los efectos de la nueva tecnología sobre el empleo, y la formación y capacitación que su puesta en práctica requerirá.
El RFID conlleva la transmisión sin visibilidad directa, a través de radiofrecuencia, con mayor información sobre la mercancía de la que en la actualidad facilita un código de barras, incluido precio, fabricante, fecha de vencimiento, peso, etc. Otros beneficios de la nueva tecnología afectarán al manejo de la seguridad de los productos, mediante la introducción de herramientas para combatir las falsificaciones, acelerar los pagos en el punto de venta, mejorar las acciones contra los robos en las tiendas y facilitar las devoluciones.
Además, ensayos piloto reflejan que los costos de almacenamiento se pueden rebajar al menos en un 11%; y las situaciones generadas por falta de disponibilidad, en un 14%. También las pérdidas de mercadería descenderán, en torno al 18%.
Pese a estos beneficios, la OIT mantiene que la aplicación del nuevo sistema -que no estará generalizado al menos hasta dentro de 15 años- resultará muy costosa, a la vez que reducirá la demanda de mano de obra y aumentará los temores de pérdida de puestos de trabajo.
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