El 63,8% de los nuevos empleos han sido ocupados por inmigrantes desde el año 2000 en las comunidades autónomas con mayor crecimiento del empleo: Cataluña, Baleares, Canarias, La Rioja, Madrid, Murcia y Valencia.
Esta es la principal conclusión del estudio encargado por la empresa de trabajo temporal Manpower al catedrático en Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Josep Oliver, quien ha subrayado que se trata de un fenómeno 'sin precedentes', que explica en parte el notable crecimiento de la economía española.
Del estudio se desprende asimismo que en las zonas con mayor inmigración -el litoral mediterráneo, Canarias y Madrid, principalmente-, el 17,5% del total de puestos de trabajo estaba ocupado por inmigrantes en 2005, sobre todo en sectores como la hostelería, la construcción y el comercio.
La contribución de la inmigración al mercado laboral se ha acelerado de forma 'espectacular' en los últimos cinco años, período en el que la incorporación al trabajo de 1,4 millones de inmigrantes activos triplica la cifra de población nativa, con apenas medio millón de nuevas incorporaciones, sobre todo jóvenes y mujeres.
El año pasado, por cada hombre se incorporaron dos mujeres a la vida laboral activa en la zona de mayor dinamismo económico en España, una tendencia que, al igual que el papel de la inmigración, se percibió de forma atenuada en el sur, el centro y el norte de la Península Ibérica.
El menor peso de la inmigración en el total de ocupados de 16 a 64 años recayó en 2005 en Extremadura (3,7%), Asturias (4,8%), País Vasco (6,1%), Cantabria (6,5%), Castilla y León (6,6%), Galicia (7,4%), Andalucía (8,7%) y Castilla-La Mancha (9,1%).
Oliver, que ha vaticinado para este año una acentuación de este fenómeno en las regiones más dinámicas, ha asegurado que la inmigración ha sido 'el motor' que ha permitido el 'buen funcionamiento' del empleo en España, en un contexto de escasa movilidad regional debido, entre otros motivos, a la dificultad del mercado inmobiliario.
El catedrático ha reconocido que el salario medio de los inmigrantes es un 30% inferior al de los nativos, ya que este colectivo trabaja en general en los sectores peor pagados, y que su incorporación masiva al mercado laboral ha incidido en el moderado crecimiento de los sueldos en el conjunto de España.
Sin una mayor aportación de la inmigración -según el autor del estudio- será 'difícil' mantener el actual ritmo de crecimiento de la economía española por cuestiones demográficas, por lo que Oliver ha planteado medidas alternativas, como el aumento de la edad media de jubilación, que ahora es de 60 años en los hombres, una mayor participación femenina y un incremento de los contratos a tiempo parcial para facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral.
Oliver también se ha referido al 'desajuste' entre el contingente anual de inmigrantes que se pueden contratar en origen (unos 40.000) y la incorporación de 400.000 nuevos efectivos foráneos cada año desde 2000, al tiempo que ha manifestado que el 'efecto llamada' está más vinculado a la necesidad de mano de obra en España que al proceso de regularización impulsado por el Gobierno.
La demanda de trabajadores entre 1995 y 2000 se cubrió mayoritariamente gracias al aumento de la tasa de actividad de la población española, sobre todo con la incorporación de la mujer al mercado laboral y por el descenso de la tasa de paro.
Sin embargo, a partir de 2000, esto es insuficiente y los nuevos empleos se cubren en gran parte con población inmigrantes, legal o ilegalmente, concluye el estudio.
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