Cuando la etapa formativa de los jóvenes llega a su fin, las dudas asaltan al estudiante. Tras varios años de estudio, los alumnos tienen que asomarse al panorama laboral para encontrar su primer empleo. Las estadísticas oficiales dicen que esta tarea no es fácil: de los 78.000 parados que estaban registrados en las listas del INEM en Málaga durante el mes pasado, casi 10.000 eran menores de 25 años (un 12 por ciento). Pero algunos estudiantes lo tienen más fácil, porque saben que no van a tener muchos problemas para encontrar un trabajo en su especialidad. Determinadas ciclos de Formación Profesional son un sello de garantía para encontrar empleo, ya que el 90 por ciento del alumnado (en algunos el cien por ciento) consigue un contrato al poco tiempo de obtener el título. Estos son algunos de los módulos de FP más deseados por las empresas.
A la entrada del aula-taller hay un panel de anuncios donde se apilan, colgadas con chinchetas, más de una decena de ofertas de trabajo: 'Se busca experto en carpintería', rezan los carteles. Las empresas tienen claro dónde tienen que acudir para buscar a los futuros profesionales de la madera. Según los datos de la Consejería de Educación, la familia profesional de Madera y Mueble tiene un nivel de inserción laboral del 95 por ciento. 'De aquí es raro el que no sale colocado', dice Mario Díaz, profesor de esta especialidad en el instituto La Rosaleda.
Como en la mayoría de estos módulos profesionales, las prácticas en empresas se convierten en la mejor forma de contactar con el mercado laboral. 'En el segundo curso, los alumnos van a trabajar en prácticas y a muchos les ofrecen luego un contrato', comenta el profesor. En el módulo de Carpintería y Mueble, de dos años, los alumnos aprenden diferentes aspectos del oficio, desde la realización de ventanas o puertas, hasta marcos o barnizados. Las horas de taller son las más productivas para los estudiantes y también las más entretenidas. 'Quería estudiar Electricidad pero no había plazas. Carpintería también me gusta y me parece bien que haya muchas ofertas de empleo para nosotros', asegura Pablo Pacheco, de 17 años. Su compañero Jorge Jiménez es uno de los muchos alumnos que llegan a la capital procedentes de otros pueblos para estudiar FP. 'Soy de Canillas de Albaida y me gustaría trabajar en una empresa de carpintería; además tengo un tío que trabaja en el sector', comenta. 'Los mejores alumnos son los que llegan de los pueblos. Vienen aquí a vivir en la residencia, lejos de su casa, y muestran mucho interés en aprender el oficio', dice el profesor.
Las máscaras de protección, los monos de trabajo y los soldadores son sus principales herramientas de trabajo. Las medidas de protección son estrictas y el ruido de las herramientas constante. El taller parece más una fábrica que el aula de un instituto, pero los operarios no son profesionales sino alumnos del módulo de Soldadura. Este ciclo pertenece a la familia de Fabricación Mecánica, una de las ramas que ocupa los primeros puestos en la clasificación de inserción laboral. Las salidas de estos futuros profesionales son variadas: cerrajería, carpintería metálica, montaje de estructuras o incluso forja artística.
'Algunos alumnos se matriculan porque tiene a un familiar que trabaja en el sector, otros porque les llama la atención y muchos lo hacen pensando en las salidas profesionales', relata Juan Salado, profesor del módulo. Salado cuenta que el boom de la construcción -puertas metálicas, verjas- y el sector servicios -mobiliario metálico de hostelería- 'están creando mucho empleo'. También las posibilidades de autoempleo hacen que la inserción laboral sea más elevada. Daniel Torres tiene 17 años y ha optado por este ciclo para aprender una profesión. Hace una parada en las labores en el taller para contestar las preguntas del periodista. Asegura que se aprende mucho en las clases y valora las oportunidades de empleo: 'En dos años tengo el título de técnico y aunque me gustaría también trabajar en otras cosas, es bueno saber que hay mucha oferta de empleo', dice este joven.
La rama de Hostelería es sin duda uno de los puntos fuertes de los institutos de ciclos formativos de la provincia de Málaga. Los centros malagueños tienen un prestigio en el sector gracias a que forman a profesionales que dan un magnífico rendimiento cuando llegan a las empresas. El IES Jacaranda de Churriana es uno de esos ejemplos de buenas prácticas en el sector. En sus instalaciones se estudian ciclos de Cocina, Servicios de Restaurante y Bar o Restauración y los alumnos se enfrentan todas las semanas a clientes reales en el restaurante del instituto. Y en la capital de la Costa del Sol, uno de los destinos turísticos más potentes, trabajo en la hostelería no falta. 'El instituto hace funciones de intermediario entre los alumnos y las empresas, que vienen a pedirnos futuros profesionales', dice Damián Baglietto, responsable del Jacaranda.
Como en otros casos, las prácticas en empresas son casi definitivas para que el estudiante encuentre empleo. 'Está claro que el alumno que quiere trabajar, trabaja. Ya contamos con un abanico de empresas de hostelería y de servicios y mandamos estudiantes también fuera, a las islas y a países como Francia e Irlanda', asegura este docente. El grado de inserción es muy alto, por encima del 90 por ciento, pero además muchos de estos empleos son puestos de trabajo fijos y bien remunerados.
El IES Jesús Marín ha inaugurado este año un nuevo ciclo de la familia profesional que cuenta con menos desempleados según los datos oficiales: Fabricación Mecánica, que tiene una inserción laboral del cien por ciento. Se trata del ciclo de Carrocería, unos estudios que hasta ahora no se podían cursar en ningún centro público andaluz. 30 alumnos han empezado estos estudios de los que aún no se tienen datos de inserción laboral, pero las previsiones son muy buenas. 'Esperamos que la inserción en el mercado de trabajo sea excelente, porque se trata de una profesión muy demandada. En todos los talleres hay listas de espera para los trabajos de chapa y pintura', dice Arturo Fernández, director del Jesús Marín. Para llevar a cabo este ciclo, ha sido necesaria una importante inversión en el centro, que ha reformado uno de los talleres para crear una cabina de pintura para automóviles y un banco para estirar la chapa de los coches que tienen golpes. Todo para que el aula sea lo más parecido al trabajo que tendrán los estudiantes dentro de dos años.
Fran Herrera tiene 18 años y se ha matriculado este año en Desarrollo y Aplicación de Proyectos en Construcción 'porque me gustaba el dibujo técnico'. Todavía está en el primer curso, pero sabe que el próximo curso, a estas alturas, ya estará trabajando. No se trata de una posibilidad remota; en el Instituto Politécnico Jesús Marín han llegado a tener a todos los alumnos del segundo curso de esta rama trabajando a media jornada. 'No podemos cubrir toda la demanda de las empresas porque no tenemos suficientes alumnos', dice Francisco Javier Ayala, profesor de esta especialidad; 'la inserción laboral aquí está por encima del cien por ciento', comenta. El correo electrónico se convierte en este instituto en una herramienta fundamental para gestionar la bolsa de trabajo.
Las empresas piden por esta vía los alumnos que les hacen falta y los antiguos estudiantes también pueden ofrecerse por este sistema. Los gabinetes de arquitectura o de ingeniería industrial son los que más demandan a los futuros profesionales de esta rama, que saldrán capacitados para el desarrollo de proyectos, para el dibujo de planos o para ser encargados de obras. Ayala considera que gran parte del éxito que tiene este ciclo formativo depende del enorme grado de implicación que tienen los estudiantes. 'Les mandas cualquier trabajo y todos lo traen el día fijado; hacen más de lo que les pido. Se les nota que quieren aprovechar el tiempo', afirma el profesor, muy satisfecho con sus aprendices.
De hecho, en el módulo de Proyectos de Construcción hay muchos alumnos que provienen de diferentes titulaciones universitarias y algunos de ellos ya están iniciando sus propios proyectos empresariales.
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