“Se busca dependiente con experiencia”. Este cartel se ha convertido en parte del mobiliario de muchas cafeterías, restaurantes, boutiques y supermercados. La economía crece con fuerza y el mercado laboral crea más trabajos que nunca: 700.000 en el último año.
Pero los trabajadores empiezan a escasear en algunas regiones –catorce provincias están en niveles de pleno empleo– y sectores económicos, a pesar de la llegada de dos millones y medio de trabajadores extranjeros.
“El mercado laboral está sufriendo una descapitalización provocada por el envejecimiento demográfico. Los niveles de baja cualificación son los primeros en los que se ha comenzado a notar la ausencia de mano de obra española, que ha sido cubierta, en parte, por extranjera”, explica Alfonso Jiménez, director de People Matters.
Dos empresas multinacionales, que prefirieron no desvelar su nombre, han tenido incluso que replantear sus estrategias de expansión en España por esta razón. Una de ellas redujo a la mitad el número de ciudades en las que planeaba instalarse. Y la otra ha tenido que retrasar la apertura de algunos establecimientos por falta de personal. Todo, en un contexto de crecimiento económico y vigor del consumo que no atraviesa casi ningún otro país europeo.
Según Jiménez, el problema se hará extensible también a los grupos laborales de más alta cualificación. “En los próximos veinte años, el descenso actual en el número de universitarios reducirá a la mitad el personal cualificado. Las empresas españolas tienen que comenzar a plantear políticas activas de reclutamiento internacional de talentos. La inmigración es una oportunidad para mejorar nuestra competitividad a largo plazo”, opina Jiménez. Iñigo Sagardoy, de Sagardoy Abogados, explica que el 60% de las empresas “no cubre los puestos de trabajo con los mejores candidatos, sino con las personas que tiene más a mano”, síntoma que demuestra la “descapitalización” de la que habla Jiménez.
Déficit en el mercado
Víctor Fernández, director de relaciones institucionales de Randstad, reconoce los problemas que tienen las empresas, también las de trabajo temporal, para encontrar empleados. En su opinión, el mercado tiene ya un déficit de un millón de personas, que podrá llegar a seis millones a corto plazo.
Sin duda, la inmigración ha atenuado parte de este problema. Sin la llegada de extranjeros, España no podría haber crecido al ritmo al que lo ha hecho en el último periodo. Y, además, el mercado laboral sufriría fuertes tensiones salariales derivadas de la escasez de mano de obra.
Sin embargo, la inmigración no sólo se debe valorar en número, sino también en calidad. “La entrada irregular en España es fácil. La gente viene y sabe que, al final, va a poder conseguir papeles. Eso incide sobre la cualificación de los trabajadores. A veces nos encontramos con analfabetos en su propio idioma. ¿Cómo integramos a estas personas?”, se pregunta Emilio Gallego, de la Federación Española de Hotelería (FEHR), uno de los sectores que ha absorbido parte de la oleada migratoria.
Por estos motivos, los empresarios demandan con insistencia al Gobierno que mejore los cauces de entrada regular de extranjeros. Nadie duda de la necesidad de la inmigración en España, pero todos coinciden en que debe ser “más selectiva” y adecuada a las demandas presentes y futuras de la economía, que necesita jornaleros y peones de obra, pero también ingenieros, científicos y directivos que incrementen el valor añadido de la producción.
D. Gracia
http://www.expansion.com/edicion/expansion/economia_y_politica/politica/es/desarrollo/722385.html
Los comentarios están cerrados.