Un estudio realizado por la central de compras Euromadi revela que una cuarta parte de los trabajadores de empresas distribuidoras "roba habitualmente". Es lo que se define en el sector de la distribución como pérdida desconocida de origen interno y provoca pérdidas anuales cercanas a los 500 millones de euros a tiendas y grandes superficies.
Si llamativo es el dato de que el 25% de los dependientes cometen hurtos en sus puestos de trabajo, no lo es menos el hecho de que, según el estudio, la mitad de los trabajadores "robaría si tuviese oportunidad". Solo el 25% restante declara que no robaría "bajo ningún concepto", según el trabajo publicado por Euromadi, una central de compras dedicada a la prestación de servicios en distribución comercial que cuenta con 220 empresas asociadas.
El estudio, que ha sido realizado por el experto en distribución comercial Benjamín García, describe el perfil del potencial delincuente como el de un trabajador "menor de 30 años, que trabaja en la caja, en el almacén o en la trastienda" y que el valor de los productos robados superan los 60 euros. El bien más hurtado es la mercancía, en el 55% de los caso, seguido por el dinero en efectivo, en el 31% de los hurtos y los descuentos a familiares o amigos que realizan las personas que cobran en las cajas (un 9% de los casos).
JÓVENES SOSPECHOSOS
Precisamente, el puesto de más peligro es, según las empresas, el de cajero, seguido del personal de la tienda y de los trabajadores del almacén. Las empresas coinciden con el estudio en que el grupo de edad de mayor riesgo es el comprendido entre los 18 y los 30 años (con casi el 83%), mientras que el colectivo de trabajadores mayores de 50 años solo es visto como potencial hurtador por el 2,85% de las empresas consultadas.
Para evitar estas situaciones, el autor del estudio propone realizar inventarios más frecuentemente. "Los inventarios anuales o semestrales suelen ser insuficientes para disuadir o corregir con rapidez el hurto de determinados productos", señala García. Otras medidas, vinculadas a los sistemas de seguridad, son más costosas y las empresas de distribución ya destinan un 0,5% de su facturación a la mejora de los sistemas antirrobo.
Uno de los problemas de la llamada pérdida desconocida es, según la Asociación Española de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), que el 60% de las empresas consultadas (y esta agrupación cuenta con 22.000 asociados) son incapaces de cuantificar el importe de los ingresos que se dejan de obtener anualmente por los hurtos, ya sean realizados por los clientes o por los propios trabajadores. La poca estabilidad del empleo en el sector, y la consiguiente desmotivación y falta de implicación de los trabajadores, fomentan también que los empleados no tengan reparos en robar a la empresa.
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