Al término de 2006, el pleno empleo masculino, es decir, contar con una tasa de paro igual o inferior al 5%, fue un hecho en 22 provincias. La situación resultó mucho peor entre las mujeres. Sólo las de Lugo, con un porcentaje del 5,14%, se aproximaron al objetivo señalado. Por su parte, los varones de Cádiz aparecieron los más alejados, con un índice de desempleo del 10,79%, tasa no obstante muy superada por el 23,43% del paro femenino de Córdoba, cuyas mujeres ocuparon el último lugar en el camino hacia la plena ocupación.
En el año 2000, los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince decidieron en Lisboa impulsar y coordinar sus esfuerzos para que en 2010 todos los países, que entonces eran miembros de la Unión, tuvieran pleno empleo. Los expertos (catedráticos, políticos, economistas, etc.) mantienen que para España ese concepto supone dejar el paro en una tasa del 5%, integrada por aquellas personas sin cualificación, que se encuentran al borde de la exclusión social o que en un momento dado optan por cambiar de ocupación.
Cuando el camino trazado en Lisboa ha superado su “paso del ecuador”, España ha conseguido reducir sustancialmente el índice de desempleo. Lo ha bajado del 15,43% (31 de diciembre de 1999) al 8,30% registrado en la última Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre de 2006. Por género, la tasa masculina se quedó en el 6,06% frente a la femenina que llegó al 11,36%.
Diferentes causas
No todas las provincias han llegado a la meta impuesta por idéntico motivo. Algunos varones redujeron su paro gracias al desarrollo socioeconómico de la zona como ocurrió en Lleida y Tarragona, que a la vez que bajaron su desempleo al 2,87% y 5% elevaron su tasa de actividad por encima de la media estatal (69%) hasta el 70,11% y 72,52%. Lo mismo ocurrió en Madrid, Navarra y Álava que compaginaron unos índices de paro masculino del 4,62%, 2,29%, y 4,10% con unas proporciones de actividad del 73,59%, 70,42% y 70,87%.
Toledo, con una tasa de paro masculina del 3,57% se vio favorecida por su proximidad a Madrid y las ganas de trabajar de sus hombres llegó al 73,29%. En parecida situación estuvo Guadalajara, con un 3,95% de paro y una actividad del 66,03%.
Pero en otras provincias, la buena evolución laboral correspondió a cierta despoblación, emigración o caída de mano de obra, es decir, el número de hombres con edad y ganas de trabajar se redujo. Así, Teruel si bien ni siquiera registró un varón parado (0,81) por cada 100, contó con una actividad igualmente baja, del 60,96%; o Zamora, donde la tasa de desempleo masculino fue del 4,56%, pero la disponibilidad no pasó del 54,58%; o Palencia, León y Lugo, con unos porcentajes de paro del 2,84%, del 4,17% y del 4,61% y de actividad del 62,08%, del 57,15% y del 56,15%.
El resto de las provincias que cumplían con el pleno empleo masculino y cuya tasa de actividad era inferior a la media estatal fueron Huesca (2,83% y 64,83%); Zaragoza (3,97% y 67,89%); Cantabria (4,51% y 65,52%); Ávila (3,52% y 62,26%); Burgos (4,12% y 67,29%); Segovia (4,16% y 66,59%); Soria (2,76% y 66,44%); Ciudad Real (4,78% y 67,49%); Cuenca (2,89% y 65%); y Guipúzcoa (3,65% y 67,55%).
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