La reducción del número de parados en Cataluña en el período 2001-2005, cifrada en 20.900 personas, ha beneficiado exclusivamente a la población autóctona, cuyo paro ha descendido en 63.100 personas, mientras que entre la población extranjera el número de parados ha aumentado en 42.000 trabajadores.
Esto se refleja en los niveles de desempleo de ambas comunidades, pues mientras los autóctonos tiene una tasa de paro de casi el 6%, muy próxima a los niveles de pleno empleo, los inmigrantes sin trabajo todavía son el 13% de su población laboral disponible.
La tasa de paro neta para la población inmigrante se ha reducido en cifras globales, pasando del 14,37% en 2001 al 13,29% en 2005, mientras que la población nacional pasó del 8,32% en 2001 al 5,93% al final del período estudiado.
Esta es una de las principales conclusiones de un informe del Consejo de Trabajo Económico y Social de Cataluña (CTESC) sobre la incidencia de la inmigración en el mercado de trabajo.
Estos datos se explican por el aumento del total de población activa, ya que, a pesar de la presión de la oferta en el mercado laboral, el crecimiento de la población ha permitido reducir el paro y crear más puestos de trabajo.
Las cifras muestran que durante el periodo 2001-2005 en Cataluña la población total y la población potencialmente activa han crecido en 545.000 y 431.700 personas, respectivamente.
Esta subida ha sido provocada por el aumento de la población extranjera, cuyos miembros copan el 87% de las nuevas incorporaciones a la cifra de población total y alcanza el 99,8% en el caso del incremento de la población activa.
El número de residentes en Cataluña con nacionalidad extranjera en 2005 era de 798.904 personas, lo que supone el 11,42% del total de habitantes de la comunidad autónoma.
El análisis de la evolución de la población ocupada y parada indica que el crecimiento de la ocupación en el periodo estudiado no hubiera sido posible sin la aportación de la población extranjera, que ha absorbido la demanda del mercado de trabajo que la población autóctona, por sí sola, no hubiera podido asimilar.
Según el estudio del CTESC, el número total de ocupados entre 2001 y 2005 ha aumentado en 465.300 personas, con un balance del 62% de población nacional y el 38% de extranjera, mientras que el número de parados en el mismo período muestra una reducción de 20.900 personas.
La baja repercusión de la población autóctona en estos datos deriva, sobre todo, de la reducción de las tasas de natalidad registradas en los años ochenta.
Este hecho se ha compensado con la contribución de la población inmigrante, ya que de las 603.636 tarjetas de la seguridad social y autorizaciones de residencia en vigor en Cataluña durante el año 2005, 501.875 corresponden a personas con edades comprendidas entre los 16 y los 64, lo que supone más del 83% del total de permisos aceptados.
A esta cifra se le suman las 86.659 tarjetas pertenecientes a menores de 16 años (14,4% del total), lo que supone que sólo un escaso 3% de los inmigrantes que viven en Cataluña son mayores de 64 años.
Los datos de la Memoria Socioeconómica y Laboral de Cataluña en el año 2005, publicada por la secretaría de inmigración de la Generalitat, corroboran estas cifras ya que indican que, en 2005, la edad media de los inmigrantes fue de 32 años.
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