El fenómeno de la globalización no debe de ser visto como algo bueno ni malo, sino como un hecho, una realidad no pasajera, que como tal hay que aceptar y aprovechar. En este sentido se expresó ayer el economista José Luis Vázquez Mariño durante la conferencia que pronunció en Ferrol bajo el título La globalización de los mercados. Antecedentes y su impacto en los países, según su grado de desarrollo. En opinión de Vázquez Mariño, a lo largo de la historia ha habido varios procesos de globalización, como han sido los intentos de los Estados soberanos por abrir mercados y buscar materias primas a través de su poderío militar o el despliegue de las compañías multinacionales por todo el mundo. Entiende, no obstante, que éste es el primer caso en el que estamos ante una globalización protagonizada por los individuos en colaboración mutua, y en el que la responsabilidad principal se centra en las personas con la ayuda de los Estados, las empresas y las instituciones.
Para el economista gallego, varios han sido los factores que han llevado a la actual situación. En este sentido, destacó la caída del muro de Berlín hace 18 años, que arrastró no sólo a los países del Este europeo, sino también a China y a la India, abriendo al resto del mundo una región en la que viven más de 3.000 millones de personas; o la aparición de Internet, que ha permitido el nacimiento de «una colaboración espontánea entre individuos de diferentes nacionalidades y credos» y ha acabado por suponer «una traje a medida para que cada uno de ellos pueda construir y disponer de su propia cadena de conocimiento, información y entretenimiento».
Estima Vázquez Mariño que «los únicos que pueden frenar todo este proceso, aunque no parar» son los «Estados soberanos, al aferrarse a estructuras y formas de organización que empiezan a estar pasadas de moda». Respecto a los riesgos de la globalización, el experto considera que es cierto que se han perdido muchos puestos de trabajo, «pero se crean más, lo que se demuestra con el hecho de que las tasas de desempleo del 2006 son más bajas que las del 2000». En este sentido, instó a los países desarrollados a reformar los sistemas educativos, de modo que los estudiantes «sepan qué tienen qué aprender» y los responsables de la educación «sepan el qué y el cómo hay que enseñar». Como ejemplo, citó el caso de Irlanda, país que se ha colocado en el segundo puesto del ránking de la UE por renta per cápita.
A su juicio, los factores claves del «milagro irlandés» fueron el cambio total en el sistema educativo, que estuvo acompañado por una mejora sensible en sus infraestructuras, un consenso social y una disciplina fiscal, una simplificación del sistema legal y una sensible mejora en la Administración de Justicia. Finalmente, el economista recordó que el nuevo escenario está permitiendo que miles de millones de personas estén saliendo de la pobreza y el subdesarrollo, pese a que ello suponga dejar algunas víctimas en el camino.
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