Restaurantes casi vacíos, viajes de placer a media mañana y tiendas que se llenan antes: el quinto día de la semana se consagra poco a poco al descanso
"Me gustan los viernes porque estoy como ausente", decía un compañero en la universidad parafraseando a Neruda. Y era verdad. Cada viernes estaba ausente, iba poco a clase y en vez de concentrarse en la teoría de la comunicación de masas ponía su mente a trabajar sobre la farra que se iba a pegar el fin de semana, que para él comenzaba ese día. El viernes marcaba el inicio de una nueva era. La sensación de tener dos días y medio de descanso por delante le hacía feliz y nada quería saber de los tiempos en que los sábados por la mañana también se acudía a clase. En el campus de la Universitat Autònoma de Barcelona proclamaba que el resto del mundo debería seguir su ejemplo: apretar de lunes a jueves y estar ocioso el resto de loa días. Este profeta del descanso parece que no estaba del todo equivocado. Cada vez son más las empresas que reducen la jornada laboral el viernes, un día que va camino de convertirse en fin de semana, según algunos expertos. Restaurantes con menos clientela al mediodía, aulas algo más vacías y un rechazo sutil a asumir marrones que pongan en peligro la salida temprano del trabajo son algunas de las señales que marcan el viernes como un día que va perdiendo horas en las grandes empresas para ganarlas en casa.
MENOS CLIENTES EN EL RESTAURANTE. Las dos de la tarde suele ser hora punta en el restaurante Los Inmortales de Barcelona, pero sólo de lunes a jueves. "Los viernes los clientes llegan más tarde, sobre las tres y media, y además viene menos gente", explica Ramon Vidal, propietario del negocio. Vidal culpa a la jornada intensiva, que hace que muchos trabajadores de oficinas de la zona huyan hacia casa a partir de las tres. En el comedor se nota un ambiente más relajado, no es necesario comer rápido para volver a la oficina. "A los comensales se les ve a gusto, se inclinan por la carta y dejan el menú a un lado y beben más y mejor vino", cuenta Vidal. La sobremesa se extiende, se toman copas y fuma el que está enganchado. "Se nota que luego no deben regresar al trabajo, o al menos se lo toman de otra manera", concluye. En el restaurante Cros comparten esta visión: "El viernes al mediodía es flojo y los clientes que tenemos vienen a pasar un buen rato", dicen. Sandra Haya, responsable del restaurante FresCo de la avenida Diagonal, nota también la falta de empleados de oficinas ese día: "Son nuestros principales clientes y los viernes apenas aparecen por aquí". El motivo está, según Gaietà Farràs, presidente del Gremi de Restauració de Barcelona, en que "el viernes la gente cambia el chip. Se come menos menú y se eligen platos selectos en el mismo restaurante del resto de la semana". Para él, de lunes a jueves el trabajador consume comida para alimentarse y los viernes comida de placer.Incluso los jueves por la noche se están imponiendo como la primera noche del fin de semana: "Muchos restaurantes se llenan como antes sólo ocurría los viernes", apunta Farràs.
AVANZAR LA HORA DE LA COMPRA. Si los restaurantes se quedan sin gente, las tiendas se llenan cada vez más pronto el quinto día de la semana. Varios tenderos del mercado de la Boqueria explican que hace algunos años la actividad fuerte empezaba a media tarde, pero que "ahora a las cinco el mercado ya está lleno". En los supermercados que abren al mediodía ocurre lo mismo y en establecimientos comerciales como Fnac o El Corte Inglés afirman ver cómo los consumidores llegan cada vez más pronto los viernes. Miguel Ángel Fraile, de la Confederació de Comerç de Catalunya, señala la diferencia entre la compra de alimentos y la de ropa o calzado. "En esta última el día fuerte sigue siendo el sábado, sobre todo en los grandes ejes comerciales", dice.
AEROPUERTOS MÁS LLENOS. Los viajes de fin de semana han aumentado en los últimos dos años, asegura Francisco Carnerero, presidente de la Associació Catalana d´Agències de Viatges. Y no sólo eso: "La hora de salida se ha adelantado a media mañana o como mucho al mediodía, apenas nadie sale ya el viernes por la noche". Carnerero ha escuchado como algunos clientes dicen ir a la oficina a primera hora de la mañana "para hacer acto de presencia y luego se cogen el día libre". Según él, "los trabajadores y los jefes son más permisivos con el viernes. En cambio, faltar al trabajo un lunes es muy raro y casi todos los viajes de fin de semana que vendemos tienen el domingo por la noche como día de regreso".
JUEVES UNIVERSITARIO. Miles de universitarios comienzan el fin de semana bastante pronto: el jueves por la noche se ha convertido en su referente a la hora de salir. "Las bazas de la noche del jueves son las fiestas universitarias – que funcionan muy bien en Sabadell, Vic o Girona- y el fenómeno clubbing – en el Eixample barcelonés y en Sarrià", afirma Fernando Martínez, presidente de la Federación Catalana de Locales de Ocio Nocturno. Éste es el motivo que dan varios profesores universitarios consultados y los propios estudiantes para explicar las faltas en clase que se producen los viernes más que el resto de la semana. Portavoces de varias universidades aseguran que el descenso de estudiantes los viernes "es mínimo" y que depende de la distribución de clases que establece cada facultad. Sin embargo, algunos profesores explican que en temporada de esquí o cuando se acerca el buen tiempo "las aulas están mucho más vacías ese día en concreto".
DE PUERTAS ADENTRO. El silencio casi sepulcral que se extiende por los juzgados los viernes fue resaltado la semana pasada por el Col · legi d´Advocats de Barcelona en el estudio sobre la situación de la justicia que publicó. Los abogados advertían que "los viernes también se puede trabajar", aunque un paseo por los juzgados de instrucción o el Tribunal Superior de Justícia da a entender lo contrario. "Sí que se trabaja los viernes", afirma rotunda Maria Sanahuja, juez decana de Barcelona. "Es verdad que no se señalan juicios ese día, pero no que no se trabaje porque, aparte de los juicios, hay que redactar sentencias y resolver recursos y dudas", añade. Sanahuja recalca que algunas sentencias se tienen listas en una hora, "pero hay otras que se tarda tres días en hacerlas. Los ciudadanos necesitan resoluciones meditadas y correctas, no hechas de cualquier manera". En cambio, sí coincide en que la distribución de las vistas "podría mejorar y ocupar las salas los cinco días de la semana para descongestionarlas".
SEMANA FUTURA DE CUATRO DÍAS. José Ramón Pin, profesor del IESE, está convencido de que, a mediados de siglo, la jornada intensiva del viernes desaparecerá y la semana tendrá cuatro días laborables. Se trabajará de lunes a jueves, o de jueves a lunes, dependiendo del sector. "La legislación favorecerá compatibilizar la vida familiar y la laboral en mayor grado y con herramientas como el teletrabajo se favorecerá una jornada flexible, el empleado no se regirá por horarios, sino por objetivos y podrá distribuir su tiempo", predice Pin, basándose en el análisis de la evolución social. A nivel directivo, el viernes se dejará para reuniones de tomas de decisión o recapitulación de lo que se ha hecho durante la semana. La tendencia, según él, es que se trabaje menos horas, pero mejor: "La flexibilización de la jornada no significa que se produzca menos, sino que la distribución será diferente y dependerá de la organización y responsabilidad del empleado, que se convertirá en un profesional liberal más que en un asalariado". Sin embargo, antes se deberían cambiar los horarios generales del país, "porque se trabaja mucho y a lo largo de demasiadas horas, lo que repercute en la productividad de manera negativa ya que las personas necesitan descansar para rendir lo que se les exige", apunta.
¿QUÉ PASARÁ CON LOS SERVICIOS? Que se alargue el fin de semana está muy bien, "pero hay quien no dispone de él", recuerda Simón Rosado, secretario de acción sindical de CC. OO. "En los turnos de las empresas industriales – en las que se está en marcha 24 horas al día, 365 días a la semana- no se implantará esta tendencia y menos aún en el sector servicios, porque aquellos que disfruten de jornada intensiva querrán ocupar su tiempo con actividades de ocio, y para eso también se necesitan empleados", recalca. Para Rosado, se está llegando a una "situación dual y contradictoria en la que se consolidarán dos tipos de colectivos: el de la Administración y las oficinas – consultorías o empresas de nuevas tecnologías- y el de servicios de ocio y comercio e industria". Respecto a si en general los viernes se trabaja menos, Rosado cree que no, que sólo se trata de una reducción de tiempo. Su propio nombre lo indica: la jornada es más corta, pero también más intensa, "y lo bueno, si breve, dos veces bueno", dice.
Maite Gutiérrez
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