Como buena parte de la mano de obra barata que obliga a cerrar fábricas en España, Italia y Brasil, Lei abandonó su provincia natal para trabajar en la industria del calzado de Wenzhou, al sureste de China, por un sueldo de 100 euros al mes que no le permitirá ir a ver a su hijo en los próximos dos años."No veremos a nuestro hijo en los próximos dos años", explica Lei, originario de la provincia de Sichuan, que decidió trasladarse junto a su mujer a Wenzhou, capital del calzado' chino, para trabajar en una de las 4.000 fábricas instaladas en la localidad.
Las condiciones que soporta Lei son extremadamente duras: vive, con otros tres empleados en una habitación de unos 10 metros cuadrados que la empresa le alquila, y trabaja hasta 14 horas diarias. "Hay más posibilidades aquí que en Sichuan", dice este hombre, que aparenta mayor edad de la que tiene, 27 años.
Wenzhou es la ciudad-factoría del calzado chino que inunda los mercados europeos. Los obreros trabajan jornadas eternas por menos de 1.500 yuanes (150 euros) y permiten a los empresarios tener costes de producción casi de ficción: fabricar un zapato de cuero en Wenzhou cuesta una media de entre uno y tres euros. Con estos costes, las empresas europeas, como Geox, prefieren trasladar su producción a China o colaborar con compañías locales. Aunque el zapato fabricado en Europa o Latinoamérica es de mayor calidad, su precio no puede competir con el chino.
Su entrada masiva a Europa y el cierre de fábricas ha provocado que la Unión Europea adoptara medidas 'antidumping', y en localidades como Elche (Alicante), donde la economía local reposa sobre la industria del calzado, causó el pasado verano la quema de zapatos 'made in China'.
Ante las críticas, las empresas del gigante asiático, que fabrican más del 50% del calzado mundial, reaccionan sin titubeos. Aokang Group es el líder chino del calzado. Tiene una producción anual de más de 10 millonrs de pares y colabora estrechamente con empresas como Geox. Con más de 15.000 trabajadores, Aokang figura entre las 100 mayores empresas chinas privadas, y ejerce su peso en la economía liderando las medidas emprendidas para denunciar a la Unión Europea por los aranceles adoptados.
"Trabajamos muy rápido. Las empresas en Europa son muy pequeñas. Nuestra productividad es muy alta respecto a Europa, y eso hace que los precios sean tan bajos", explica a la AFP el portavoz de Aokang, Zhou. "Europa debería dedicarse a desarrollar su producción, en lugar que imputar a China los males de su industria", asevera. "El consumo es muy importante en Europa, y eso hace que sea un gran mercado. Es por ello que Europa es nuestro principal objetivo", agrega.
Pero no sólo los grandes grupos quieren hacerse con la confianza del consumidor europeo. Li es el propietario de una fábrica de 500 trabajadores que se dedica a "copiar" zapatos. Un dibujante se inspira en una foto de una conocida marca española para hacer el patrón del nuevo modelo que quiere exportar. "Hoy todo el mundo se copia", asegura este hombre que chapurrea el italiano y el inglés. "Vivimos en un mundo de mercado abierto y de globalización. Europa tiene que hacer calidad, innovar. A nosotros nos corresponde la producción en grandes cantidades", explica.
Para conseguir su objetivo, trabaja, como sus empleados, de 8 de la mañana "hasta la hora que haga falta", a veces las 11 de la noche, sin un solo día de fiesta a la semana. "La competencia es feroz en Wenzhou, hay que trabajar duro", dice.
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