La hostelería se ha convertido en el patito feo del mercado laboral. La estacionalidad, los horarios intempestivos, los bajos salarios y la elevada rotación de personal han hecho que en los últimos años los malagueños desvíen sus miras de este sector y se decanten por buscar otros empleos menos sacrificados, principalmente en el ámbito de la construcción. Estas fugas han hecho mella en los negocios de restauración de la provincia, que reconocen tener que sortear 'serias dificultades' para lograr cubrir plazas vacantes. Según cálculos del presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga (Aehma), Rafael Prado, sólo la capital necesita cerca de 4.000 trabajadores para ampliar sus plantillas.
La falta de personal formado obliga a muchos establecimientos a recurrir a jóvenes o a inmigrantes sin cualificación. 'Las plazas acaban cubriéndose, pero de mala manera', reconoce el responsable de la patronal del sector. El problema, según destacan los empresarios , es que esta realidad acaba repercutiendo en la calidad del servicio. 'Está claro que hoy día camareros españoles apenas hay. Cuesta muchísimo encontrar a una persona preparada para este oficio, por lo que se acaba contratando a extranjeros que aunque tienen muchas ganas de trabajar, no conocen nuestras costumbres ni la dinámica del empleo', destaca Francisco de los Santos, del bar Las Ramblas.
A juicio del secretario general del sindicato de Comercio, Hostelería y Turismo de CC. OO., Gonzalo Fuentes, el desinterés de los trabajadores autóctonos radica en las penosas condiciones laborales que se dan en el sector, 'dominado por la estacionalidad y la precariedad', apostilla. 'En estos momentos ser camarero implica trabajar casi todos los fines de semana, librar un solo día y cobrar como mucho 900 euros mensuales', añade este sindicalista.
Desde el chiringuito Yate El Cordobés, coinciden con este discurso. Paco, un empleado de este merendero que no precisa su apellido. afirma que el 90 por ciento de los currículos que les traen son de inmigrantes, sobre todo de sudamericanos. 'Los de aquí ya no quieren este trabajo, sobre todo en la playa, ya que se trabajan los sábados y domingos 12 horas diarias hasta la una de la madrugada', comenta.
En este sentido, Fuentes rompe una lanza a favor y recuerda que Málaga, con sus prestigiosas escuelas de hostelería, tiene una buena cantera de profesionales, 'el problema es que al acabar la formación muchos de estos jóvenes ven frustradas sus expectativas y acaban marchándose a buscar otros empleos donde ganen más y trabajen menos horas', critica al tiempo que hace un llamamiento a la necesidad de dignificar el sector hostelero.
Mientras tanto, la falta de mano de obra nacional obliga los empresarios a contratar a inmigrantes. De hecho, según las estadísticas, el 25 por ciento de los empleados que trabajan en el sector son extranjeros. Y un dato más: en la reciente regularización se produjeron unas 4.300 altas en la Seguridad Social para hostelería y comercio.
Desde el 1 de julio de 2005, el Ministerio de Trabajo publica periódicamente el denominado catálogo de ocupaciones de difícil cobertura. Un registro que da carta blanca a la contratación de trabajadores extranjeros en su país de origen para poder cubrir aquellos empleos que no tienen éxito entre la mano de obra autóctona. Según la última publicación de este listado, en Málaga hay 30 oficios que cuesta cubrir, entre ellos el de cocinero, un empleo clave en el sector hostelero.
Junto a los factores ya señalados, Rafael Prado apunta otro ingrediente que ayuda a explicar este déficit de empleados formados: el fuerte crecimiento experimentado por la hostelería en los últimos diez años, que ha desbordado la relación entre la oferta de nuevos bares y la demanda de trabajo.
Así lo demuestran las estadísticas del Área de Comercio del Ayuntamiento de Málaga, que indican que el 18 por ciento de los expedientes de licencias de apertura que tramita anualmente el departamento (unos 2.200) corresponde a cafeterías, bares o restaurantes, hasta el punto de que estos negocios representan ya uno de cada cinco nuevos establecimientos que se abren en la provincia.
En el otro lado de la balanza, los datos del INEM desvelan que la hostelería apenas registra unas 2.100 altas de demanda de empleo al mes. Una cifra inferior a la registrada en otros sectores.
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