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La región lidera la moderación del gasto en prestaciones por incapacidad temporal, gracias al mayor control médico y a la actividad de las mutuas
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La patronal advierte de que el absentismo aún supera la media del país
Asturias fue en 2006 la única región española donde el gasto de la Seguridad Social en las prestaciones que paga a los trabajadores en situación de baja laboral descendió en relación al año anterior. En el contexto de una generalizada desaceleración de esos costes, el Principado, comunidad tradicionalmente con más absentismo que otras por enfermedad o accidente laboral, ha cosechado ese resultado al intensificarse el control médico y ganar peso la actividad de las mutualidades alternativas al sistema público.
El trabajador asturiano medio tiene ahora menos bajas laborales por enfermedad o accidente de trabajo que hace unos años y ello está aliviando las cuentas del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) en el Principado. Las de 2006 indican que, por segundo año consecutivo, el coste para esa institución por el pago de las llamadas prestaciones por incapacidad transitoria descendió en la región. Más aún: Asturias fue la comunidad autónoma que lideró una generalizada moderación de ese gasto, que en el país se acerca a los 3.500 millones de euros. Las medidas para un mayor control médico y de inspección y el creciente protagonismo de las mutuas guardan relación con ese resultado.
La Seguridad Social acaba dar a conocer su balance de ingresos y gastos en el Principado y entre todos los capítulos sobresale el comportamiento de las prestaciones por incapacidad temporal. El desembolso por los ingresos que tienen los trabajadores que causan baja debido a enfermedad común, dolencia profesional o accidente sumó 119,2 millones de euros en 2006, algo más de 19.800 millones de pesetas. Supone un descenso del 2,42 por ciento en relación a 2005 que permite a la región encadenar dos ejercicios consecutivos con menor gasto.
Ocurrió mientras en todas las demás comunidades subieron los pagos de la Seguridad Social asociados a esas modalidades de absentismo. Aumento global en el conjunto de España, aunque menos vivo que en años anteriores. Y esa contención en la repercusión económica de las bajas laborales se ha producido a pesar de que en Asturias y en el resto del país hay más trabajadores y más ciudadanos con acceso a las prestaciones de la Seguridad Social que años atrás.
Las cuentas recogen el gasto para el gestor público estatal, no otros también relevantes, como los registrados por las mutuas laborales o por las propias empresas, que a menudo tienen que poner una parte del dinero que recibe el asalariado mientras está de baja. Pero, aun siendo parciales, las comentadas cuentas dan a entender, según las opiniones consultadas, que en Asturias puede estar variando un rasgo del mercado de trabajo: la existencia de un alto absentismo estructural que tradicionalmente se ha asociado al perfil industrial de la región y al peso de actividades en las que, como la minería y el metal, la accidentalidad o el reconocimiento de enfermedades profesionales son más intensos. Y alto absentismo que, singularmente en medios empresariales, en ocasiones se ha asociado también a la histórica relevancia del sector público en la economía regional.
Desde hace tres años, recordó ayer Alberto González, secretario general de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), esta organización patronal ha mostrado ante las administraciones central -responsable de gestionar las prestaciones económicas- y regional -de la que depende la concesión y seguimiento médico de las bajas- la preocupación de las empresas por las tasas de absentismo en Asturias. El argumento de entonces y que la FADE mantiene vivo es que la explicación del modelo productivo ya no vale para justificar que entre la incidencia de los casos de incapacidad sea mayor en el Principado que en otras partes del país.
«La estructura productiva es ahora, si no idéntica, similar a la del resto de España», afirmó González, en referencia a una de las grandes transformaciones de la economía asturiana: la pérdida de relevancia de la industria y el avance del sector servicios, sostén de seis de cada diez empleos.
Asturias era un caso que preocupaba en Madrid. Lo reconoció ya en 2004, recién llegada al aparato administrativo del entonces nuevo Gobierno, Lola Santamaría, al frente de un departamento del Ministerio de Trabajo para la gestión de la prestación de incapacidad temporal, encargado de pilotar reformas que estrecharan el control sobre unos costes que entonces crecían a ritmos del 13 por ciento en regiones como el Principado.
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