Una media de casi el 50% de los inmigrantes cualificados de 15 a 64 años instalados en el conjunto de los países industrializados son inactivos, desempleados o trabajadores desclasados, es decir, aquellos que ejercen empleos por debajo de su formación o calificación, según afirma el último informe de la OCDE sobre migraciones internacionales difundido ayer. Este hecho revela las desiguales situaciones del empleo entre la inmigración de carácter legal, tanto en lo que se refiere al desfase a la baja entre la formación o capacitación y trabajo, como a los índices de paro entre la población de origen inmigrante con respecto a los trabajadores autóctonos.
España comparte con Italia y Grecia el podio de los países más desarrollados con la tasa más alta de desclasamiento de los trabajadores extranjeros (42,9%) con respecto a la de los autóctonos (24,2%), ya de por sí abultada, según pone de relieve el informe de la OCDE, basado en datos del 2005. El desfase entre formación y tipo de trabajo arroja índices muy variables, con tasas que oscilan desde el5% de la República Checa hasta la media de casi el 26% en España, que comparte con Irlanda, Reino Unido y Bélgica valores muy destacados de desclasamiento, tanto entre los oriundos del país como entre los trabajadores inmigrantes.
Entre las diversas claves que determinan este desfase, la OCDE destaca las diferencias sobre el valor o reconocimiento de la titulación adquirida en los países de origen, pero también señala abiertamente la existencia de "fenómenos de tipo discriminatorio". Los expertos de la organización internacional señalan que los titulados superiores tienen más posibilidades de inserción en el mercado laboral de los países de acogida, pero también constatan que "las distancias en términos de tasas de empleo y paro entre autóctonos e inmigrantes tienden a crecer paralelamente al nivel de instrucción".
La educación como factor de integración en el mercado de trabajo no siempre se valora, ni mucho menos, en el caso de los inmigrantes. En algunos de los países de la OCDE casi el 50% carece de estudios secundarios superiores, como es el caso notable de Francia, un país de sucesivas oleadas migratorias desde hace décadas, al igual que Italia, Portugal y Bélgica. En el caso de España, los datos de la OCDE revelan de forma llamativa que el nivel de estudios superiores entre los nacidos en el extranjero (29,8%) es netamente mayor al de los autóctonos (25,4%), según cifras del periodo 2003-2004. La misma sobrerrepresentación se reproduce en el segmento de estudios secundarios superiores o más (29,3% frente al 175% de los nacionales).
Siempre según la OCDE, en España el nivel de inmigrantes con estudios inferiores es del 40,9%, índice en el que también se registra una notable diferencia favorable con respecto a los autóctonos (57,1%). Salvo los inmigrantes de origen magrebí o subsahariano, en efecto, el grueso de la inmigración en España – latinoamericanos- es de nivel cualificado, lo que no obsta, sin embargo, para que sean contratados para tareas manuales o penosas, inferiores a sus capacidades y su propia formación.
Con la excepción de los países de la Europa del sur (Portugal, España y Grecia), donde la inmigración es reciente aunque particularmente intensa, así como Luxemburgo y Hungría, la tasa de empleo de los inmigrados es inferior a la de los autóctonos en el conjunto de la treintena de países de la OCDE. El índice de paro es también netamente mayor entre los primeros, con la excepción de Polonia, Hungría y Estados Unidos. El desfase entre unos y otros en términos de empleo alcanza en algunos casos (Dinamarca, Alemania y Finlandia) diferencias porcentuales de hasta quince puntos. "Los inmigrantes encuentran dificultades específicas para hacer valer su capital humano en el mercado de trabajo", subrayan los autores del informe de la OCDE sobre las perspectivas de las migraciones internacionales.
Las mujeres, los inmigrantes recientes y los que proceden de países no pertenecientes a la OCDE constituyen, en síntesis, el segmento más expuesto al desclasamiento o el subempleo en los países receptores. Los expertos subrayan, sin embargo, la permanencia como factor de integración gradual. Los expertos de la OCDE concluyen que, salvo Irlanda y Portugal, "los inmigrantes con más de diez años de estancia conservan aún una tasa de desclasamiento mayor que los autóctonos", sin que los diplomas sirvan de mucho.
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