Los cambios, recogidos en un documento titulado 'Acuerdo para la mejora del crecimiento y el empleo', se han dejado sentir en la calidad del nuevo empleo suscrito cada mes pero también de manera muy moderada. Antes de la reforma, de cada 100 contratos creados, sólo nueve eran indefinidos, ahora esta proporción ronda el 13%.
La aplicación del acuerdo comenzó con un plan de choque que incentivaba la conversión de empleos eventuales en fijos. El programa tenía fecha de caducidad. Su vigencia duró sólo el segundo semestre de 2006, pero hasta el momento ha sido la medida que mejores resultados ha dado. A cambio de 800 euros anuales durante tres ejercicios, los empresarios transformaban un contrato temporal en indefinido. El mecanismo subió las colocaciones fijas en 650.000.
Cambio de cultura
La reforma también contemplaba reducción de costes laborales, vía rebaja de cotizaciones, para los empleos estables, iniciativa que le supondrá a las arcas públicas unos 1.500 millones de euros en tres años. Igualmente aumentaba en parte los requisitos exigidos a las empresas para la firma de contratos con fecha de caducidad.
El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, insiste en la bonanza de los cambios. Las cuentas de su departamento dan dos millones de contratos indefinidos desde el 1 de julio y un aumento del 41% del empleo indefinido en el último año. A su juicio, lo más importante es que cambia la cultura de la contratación, de manera que por primera vez los empresarios optan desde el principio por colocaciones estables para sus trabajadores. Prueba de ello es, a juicio de Caldera, que la caída de la temporalidad en el sector privado es sensiblemente superior a la media, al superarla en casi tres puntos porcentuales.
También apoyan la interpretación del ministro los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada trimestralmente por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que confirmó la subida del empleo estable y la caída del temporal. Entre enero, febrero y marzo, se produjeron 340.200 contratos indefinidos más y 291.900 temporales menos.
Incógnitas
Los sindicatos y la CEOE también inciden en los positivos efectos de la reforma, pero con distintos matices. Mientras que UGT mantiene que el mercado de trabajo empieza a mostrar una tendencia positiva hacia la reducción de la temporalidad, CC OO no es tan optimista y opina que los resultados del acuerdo se han quedado cortos en relación con las previsiones.
La patronal, por su parte, señala que los cambios estaban en la dirección correcta puesto que han permitido mejor empleo -en referencia a la temporalidad- sin afectar la creación de puestos de trabajo.
No obstante, los próximos meses serán decisivos para apreciar si las consecuencias de la reforma y ese cambio de cultura, resaltado por el ministro, se mantienen o la reducción de la temporalidad sólo ha obedecido al plan de choque que se puso en marcha el año pasado.
El futuro inmediato también permitirá conocer el alcance de los cambios comprometidos en el acuerdo para otras áreas, como son la modernización de los diferentes servicios públicos de empleo, la adaptación de las políticas activas de fomento de las colocaciones a las necesidades reales del mercado, o el fortalecimiento del papel de los interlocutores sociales. De todas las maneras, los protagonistas de la última reforma se muestran conscientes de que en cada legislatura será necesaria una reforma laboral.
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