El turismo y la aparición de nuevas instalaciones ha impulsado la demanda de estos trabajadores. No todos los centros de formación están homologados. Con la llegada del buen tiempo son más frecuentes las noticias que anuncian el apremio con que algunos ayuntamientos afrontan la contratación de socorristas.
El tirón de un sector turístico consolidado y los crecientes esfuerzos que están realizando las autoridades locales para mejorar la seguridad de las zonas de costa convierten a este trabajo en una oportunidad para aquellos jóvenes que buscan combinar el ejercicio físico con una labor humanitaria.
El problema es que al ser un empleo estacional en muchos casos no se considera una profesión, lo que, según los expertos, perjudica la calidad de los servicios de salvamento. De continuar con la actual tendencia, el reconocimiento estaría más cerca: «Cada vez hay más demanda, pero ésta se produce sobre todo de cara a la temporada estival. Es cierto que está aumentando la petición de socorristas, lo que supone más puestos de trabajo, que a veces incluso se prolongan durante todo el año, gracias a las piscinas climatizadas. Esto debería servir de impulso para que esta actividad se profesionalice, que haya servicios de socorrista acuático durante todo el año», explica Jesús Collado, director de Formación de Cruz Roja España.
Las piscinas y los centros de ocio son los sectores que han experimentado este crecimiento de forma más acusada: «Hay tantas instalaciones acuáticas nuevas, urbanizaciones y centros que cada vez necesitan más socorristas», declara Francisco Javier Sanz, director de la escuela de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Oferta variada de cursos
Cada Comunidad Autónoma cuenta con su propia normativa para regular la contratación de socorristas. Aunque existe un debate sobre la titularidad de algunos centros y la dudosa homologación de sus certificaciones, en la actualidad numerosas escuelas ofrecen formación en primeros auxilios y salvamento marítimo.
Las federaciones autonómicas de Salvamento y Socorrismo y Cruz Roja son las dos opciones más solicitadas para obtener las licencias acreditativas. Los títulos de ambas instituciones están reconocidos oficialmente. Otra posibilidad es optar por el ciclo de grado superior de animación de actividades físicas y deportivas, que consta de un módulo de 120 horas sobre primeros auxilios y socorrismo acuático.
Los requisitos y las condiciones de trabajo varían dependiendo de cada gobierno autonómico. Francisco Javier Sanz señala que se necesita una normativa más homogénea, puesto que algunos centros ofrecen sus títulos sin exigir el rendimiento y los conocimientos necesarios para desempeñar esta actividad. «Se están dando casos en los que se regalan títulos. Uno se apunta, se moja un poco la tripa, le enseñan cuatro cosas… y le dan el título. ¿Qué nivel técnico tienen esas personas? Ninguno o, acaso, muy bajo».
Cada dos años, tanto Cruz Roja como las federaciones exigen al alumno superar un examen práctico para renovar la licencia que le identifica como socorrista. Las empresas no excluyen a las personas que no dispongan de este documento actualizado, pero en el caso de que haya un accidente las organizaciones no se responsabilizan de la capacidad y preparación del socorrista. «Este es un trabajo en el que es necesaria una constante actualización de cono cimientos, porque surgen nuevas formas de rescate y nuevos ma te riales», apunta Alberto García, asesor técnico de la Federación Española de Socorrismo y Salvamento
Un mayor reconocimiento
Aparte de demandar una legislación que solucione la existencia de centros que no preparan adecuadamente a sus alumnos, los socorristas insisten en que en muchos casos los contratos llevan aparejadas malas condiciones laborales. «Esto es así porque en algunos sitios del sur de España y la costa de Levante hay empresas que compiten para ofrecer a los ayuntamientos precios más bajos por los servicios, lo que afecta a los sueldos de los socorristas», declara Francisco Javier Sanz.
Según el director de la escuela de la Federación Española, la solución pasaría por un mayor esfuerzo de las instituciones locales y una respuesta clara ante las necesidades con que se encuentran los socorristas en su puesto de trabajo. «Se necesita mayor valoración social y económica de la figura del socorrista. Vale que sea una actividad de verano, pero es prioritario que se considere como lo que es… un trabajo».
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