La creación de empleo con valor añadido capaz de dar una alternativa a los cerca de dos millones de trabajadores españoles que, a pesar de poseer un título superior, están en paro u ocupan empleos muy por debajo de su cualificación académica difícilmente será una realidad en la próxima década.
La teoría de que el empleo destruido por la tecnología y la internacionalización se subsana con creces con la aparición de nuevas empresas en el caso de la industria no está resultando cierta en los países avanzados en general y en España en particular. En la última década, la destrucción bruta de empleo cualificado por el cierre de empresas no se ha compensado con la creación de otras nuevas. El empleo se está creando masivamente en otros sectores con muy poco valor añadido, como hostelería, construcción, seguridad, servicio doméstico y comercio. Es decir, en los últimos cinco años el patrón de crecimiento económico parece haber apostado por la cantidad en lugar de la calidad y este modelo de crecimiento no parece que pueda ser cambiado ni a corto ni a medio plazo.
El secretario de Estado de Economía, David Vegara, afirma que los últimos datos parecen indicar que la industria está tomando el relevo a la construcción. Así parece ponerlo de manifiesto la gran inversión que se está produciendo en los bienes de equipo y la recuperación de la productividad. Sin embargo, los expertos consultados aseguran que es un mero espejismo. "La industria española no tiene la fortaleza suficiente para sustituir a la construcción", asegura el profesor Francisco Velásquez, quien acaba de coordinar el último número de Papeles de Economía de la Fundación de las Cajas de Ahorro, dedicado a las expectativas de la industria española.
Según el citado estudio, "la economía española en los últimos años ha producido un incremento notable del empleo, al que no es ajena la industria manufacturera, aunque, eso sí, en una cuantía inferior y limitando su aumento hasta el 2001. Como consecuenciade ello, ha caído el peso relativo del empleo manufacturero, pasando de representar el 25,5% en 1976 al 15,7% en la actualidad". Esto es especialmente cierto en Catalunya y en Madrid, donde se está produciendo una destrucción bruta de empleo industrial, mientras que Valencia lo gana gracias a que se ha especializado en un nicho de mercado donde es líder mundial y que ocupan la cerámica y la piel.
Estos datos son coherentes con el estudio Panorama laboral del 2006 realizado por profesores de la Universidad Autónoma de Madrid a partir de datos de la Encuesta de Población Activa, en el que se asegura que en los dos últimos años la caída de los 26.500 empleos cualificados en Catalunya no ha podido compensarse con la generación de 12.950 empleos que requieren titulaciones de segundo y tercer grado.
Los análisis ponen de manifiesto que la situación en lo que se refiere a empleo cualificado no ha ido mejor desde el 2001, sino a peor. Según el informe publicado en Nueva York en octubre del 2003 y que fue realizado por Haver Analytics, entre 1995 y el 2002 se habían destrui do en el mundo 22 millones de empleos en fábricas por el exceso de tecnología industrial instalada a causa del desarrollo tecnológico. Países como Japón, EE. UU., Alemania e incluso China fueron duramente castigados por la reconversión industrial. Sólo España se libró de la quema,siendo el único país del mundo en que el empleo industrial se vio incrementado en un 25%. Sin embargo, sus autores ya advertían de que la implacable sustitución de mano de obra por tecnología que había afectado a los países ricos y pobres acabaría por imponerse también en España.
La profecía no se ha hecho esperar. El ajuste industrial se está produciendo ahora en nuestra economía, sin que, por ahora, se sepa cómo reaccionar. "La llegada masiva de inmigrantes en los últimos cinco años y el boom de la construcción han sido una especie de placebo que está retrasando la auténtica solución", afirma el profesor Velásquez, quien recuerda que Finlandia tenía una industria muy enfocada a suministrar a la industria soviética y "cuando se hundió la URSS, se produjo una profunda crisis fabril que actuó de revulsivo, haciéndole apostar por la industria de las telecomunicaciones". Algo similar pasó en Irlanda cuando decidió apostar por convertirse en la sede europea de las grandes compañías tecnológicas norteamericanas.
En España, el cambio de modelo productivo se podría producir cuando cambie el actual ciclo de crecimiento, que ya dura 14 años. Nuestra economía se tiene que enfrentar a tres crisis sectoriales que se están larvando. En primer lugar, la crisis industrial, que sigue perdiendo peso y no encuentra la reubicación que necesita. En segundo lugar, una hipotética caída del sector inmobiliario que podría terminar lastrando el consumo de unas familias y de unas empresas muy endeudadas. Yen tercer lugar, la amenaza que pesa sobre el sector turístico con la aparición de nuevos destinos con precios más atractivos como Croacia. Según Francisco Velázquez, "si estos elementos confluyesen en el tiempo, podríamos tener una fuerte destrucción de empleo de baja calidad. Con la misma rapidez que se han creado, gracias a la enorme flexibilidad que da la contratación temporal al mercado laboral español, podrían ahora desaparecer". La OCDE advirtió hace tres años que la rigidez de la legislación laboral española había creado una fuerte dualidad "sólo comparable con la de Corea del Sur".
En Catalunya el ajuste ya se ha iniciado. Lo que sucedió hace unos años era sólo la punta del iceberg. Cerraron Delphi, Philips, Panasonic, Samsung, Lear, Corberó, Electrolux, Hilados y Tejidos Puigneró y Jumberca, entre otras. Los datos ofrecidos por la Fundación de Cajas de ahorros son concluyentes. En 1995 Catalunya concentraba el 30,13% de todo el empleo manufacturero que existía en España. Diez años después no llega al 27,5%. En Madrid, la situación es aún más dramática, y si en 1995 el empleo industrial sumaba cerca del 24%, ahora tan sólo es del 17,38%.
En opinión de los expertos consultados el cambio de modelo requiere al menos una década, "sin olvidar que España es una economía demasiado grande para repetir el modelo irlandés. Por tanto, sería necesaria una reubicación buscando nichos productivos por regiones".
Valencia podría ser un referente. Entre 1995 y 2004, ha pasado del 3,4% del empleo industrial al 11,7% en la actualidad. Este desarrollo obedece en buena medida a que han logrado hacer muy fuerte un sector como la cerámica o el cuero y los artículos de viaje, donde han introducido diseño y una tecnología que les ha convertido en líderes mundiales.
Galicia también ha mejorado su situación con diseño en el textil y creando empresas muy competitivas -Zara, Adolfo Domínguez-. Esto les ha permitido superar las dificultades del sector, que parece haberse sumido en una crisis irreversible ante la competencia de China o India.
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