El trabajo doméstico es la principal fuente de empleo para las mujeres latinoamericanas, según un informe divulgado en Quito por la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL).
Según el documento, este servicio doméstico, si bien está contemplado en casi todas las legislaciones laborales, 'se ha regulado sin considerar ni reconocer derechos adquiridos y a los que acceden la mayoría de los trabajadores asalariados de otras categorías laborales'.
Esto deja especialmente vulnerables a las mujeres más pobres de la región, que son las que mayoritariamente ingresan al sector del trabajo doméstico y enfrentan la mayor explotación, en términos de jornada laboral e ingresos, indica la CEPAL.
Añade que el trabajo doméstico no remunerado que se refiere a las actividades de cuidado de las personas, como niños, ancianos y enfermos recae principalmente en las mujeres.
Según información de la CEPAL, de una jornada laboral de 12 horas promedio las mujeres ocupan más de cinco en actividades de este tipo; en tanto, para los hombres, de una jornada promedio de 10,7 horas, 7,8 son remuneradas.
La CEPAL considera que se necesitan políticas públicas que incentiven las obligaciones compartidas (corresponsabilidad) entre mujeres y hombres, tanto en la esfera pública como privada.
Ello para que faciliten la vida laboral de ambos sexos, mejoren las condiciones de inserción femenina en el mercado del trabajo y favorezcan la participación activa de los hombres en las tareas domésticas no remuneradas.
La CEPAL cree necesario lograr una armonización entre la vida familiar y la laboral por medio de la legislación, los programas y las políticas públicas.
Agrega que el trabajo femenino es fundamental para la superación de la pobreza en América Latina y El Caribe, pese a lo cual persisten profundas desigualdades de género en materia de ingresos, protección social y distribución de labores.
Para la CEPAL, la paridad de género, más que un concepto cuantitativo, es la expresión de la redistribución del poder en tres ámbitos específicos: el mercado de trabajo, la toma de decisiones y la vida familiar.
En su informe presentado durante la X Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y El Caribe, la CEPAL apunta que la división sexual del trabajo es uno de los 'núcleos de la desigualdad' entre mujeres y hombres.
Aunque la participación laboral de las mujeres es considerada como el fenómeno más importante del siglo XX, aún existen profundas desigualdades, ya que al menos el 50 por ciento de las mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos propios frente a un 20 por ciento de los hombres en ese tramo de edad.
Además, en la región el ingreso laboral de las mujeres equivale al 70 por ciento del ingreso de los hombres, a lo que se suma que reciben pensiones más bajas.
El acceso al mundo laboral por parte de las mujeres se ve condicionado por el llamado impuesto reproductivo, que se deriva del trabajo no remunerado que ellas realizan en los hogares, producto de un pacto no escrito por el que se consagró al varón como proveedor económico universal de las familias y a las mujeres como cuidadoras.
En este sentido, el documento de la CEPAL recalca que es necesario ampliar el concepto de trabajo.
'Trabajo no es empleo. Como actividad humana, el trabajo incluye tanto las actividades remuneradas que se realizan en el marco del mercado, como aquellas no remuneradas que se llevan a cabo fuera de él', indica.
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