Sindicatos y empresarios franceses han comenzado hoy una negociación destinada a propiciar una reforma del mercado de trabajo que se vaticina larga y complicada, y sobre la que el Gobierno ha advertido que si fracasa dará paso a medidas unilaterales.
Representantes de tres organizaciones patronales y de cinco centrales de trabajadores iniciaron una serie de encuentros que previsiblemente se desarrollarán durante los meses de otoño para intentar acordar cambios a la actual legislación.
Todo ello bajo la mirada del Gobierno que preside Nicolas Sarkozy, que a su llegada al poder avanzó que quiere hacer una amplia reforma, aunque atribuyó a los agentes sociales la tarea de llegar a un consenso antes de aplicar sus propuestas a través del Parlamento.
Así, los conservadores desean flexibilizar la actual jornada de 35 horas para permitir que trabaje más quien lo desee, así como la fusión entre las redes operativas de la Agencia Nacional de Empleo y la que gestiona el cobro del seguro de paro, todo ello para facilitar que los empleados puedan dejar una empresa con una mejor indemnización y perspectivas de encontrar otro puesto.
Esta postura disgusta a los sindicatos, que ven un 'frente concertado' entre las patronales y el Gobierno para 'dar facilidades a los despidos', en palabras de la dirigente de la CGT Maryse Dumas, quien añadió que la intención de los sindicatos es 'hacer retroceder la precariedad y obtener nuevos derechos profesionales' para los trabajadores.
Por su parte, el representante de la patronal MEDEF, Denis Gautier-Sauvagnac, se ha mostrado prudente y ha señalado que los empresarios llegan 'con espíritu abierto' y decididos a llegar lo más lejos posible en el acuerdo.
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