580,65 euros es el importe de la pensión media en Jaén y quizá ése sea también el principal motivo por el que unos 25.000 perceptores de la provincia tienen que desarrollar algún tipo de actividad remunerada que les permita completar su renta. Los sociólogos denominan a este grupo como el de los activos encubiertos, mayores de 65 años (y también menores en ciertos casos) que aprovechan todos sus conocimientos profesionales para seguir en el tajo unos años más y ganarse esos eurillos extras que les permitan llegar a final de mes.
Como es lógico nadie sabe a ciencia cierta ni cuántos son ni quiénes son. No aparecen en ninguna estadística sencillamente porque si lo hicieran podrían ser gravemente sancionados. La ley dice que no se puede cobrar la prestación y, bajo cuerda, seguir trabajando.
Pero una cosa es lo que dicen las normas y otra bien distinta lo que realmente sucede. Sabemos que son unos 25.000 en Jaén porque así se desprende de un reciente estudio elaborado por el catedrático Domingo Comas para la Fundación Atenea.
Según este informe, el 20 por ciento de los 8.277.328 jubilados de España siguen en mayor o menor medida 'enganchados' al mercado laboral.
En el caso de Jaén, ese 20 por ciento significaría exactamente 25.343. Y posiblemente nos quedemos incluso un poco cortos, ya que uno de los ramos en los que más se da este tipo de economía sumergida es en la agricultura, concretamente en el olivar. Lo revela el profesor Comas y también lo ponen de manifiesto algunos agentes sociales de Jaén.
Así, el propio secretario general de Comisiones Obreras, José Moral, asegura que muchos olivareros están ligados al cultivo a lo largo de toda su vida, desde que nacen hasta que mueren. 'Mientras que se sientan útiles -agrega- seguirán yendo al campo, y más si se trata de pequeñas explotaciones familiares que posiblemente serían deficitarias si tuvieran que contar con la mano de obra asalariada'.
Otra de las causas que hacen que este colectivo sea cada vez más numeroso es la práctica generalizada entre muchas empresas de prejubilar a sus empleados para resolver problemas de gestión (en realidad es una cuestión de costes y beneficios), con el resultado extravagante de que así aumenta la población dependiente de entre 16 y 64 años, en vez de disminuirla. Y es que hasta cierto punto parece lógico que una persona de 50 años, que de 'golpe y porrazo' se ve en la calle (aunque con un magnífico respaldo económico), en plenas facultades físicas y mentales y con amplia experiencia, quiera seguir 'dando guerra' durante un tiempo más en vez de quedarse en casa cruzados de brazos. Son conscientes de que lo que están haciendo es ilegal. Por eso permanecen tapados a los ojos de la Seguridad Social y Hacienda, quien oficialmente les paga y a quien oficialmente le deberían pagar.
Otros sectores refugio para estos 'activos encubiertos' son la construcción, sobre todo cuando se trata de reparaciones domésticas y pequeñas obras de rehabilitación en el hogar (se podría entender como 'tareas de ayuda voluntaria a familia y amigos') y la hostelería. También son demandados para servicios de asesoría fiscal y financiera, especialmente en el caso de los 'rebotados' de la banca.
Además, unos pocos se refugian en la creación artística y literaria, aunque en este caso se supone que se mantienen como cotizantes autónomos.
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