Para ser policía o optar a un puesto de funcionario hay que tener la ciudadanía. Los nacionalizados se quejan de que incluso con el DNI su sueldo es más bajo
No puede sorprender a nadie que los inmigrantes latinos regularizados pidan la nacionalidad española en cuanto se cumple el plazo de dos años de residencia al que les obliga la legislación. El cambio esconde innumerables ventajas, aunque quizá la más importante sea el acceso a puestos de trabajo reservados a los españoles, como las fuerzas de seguridad, tanto públicas como privadas, y la mayor parte de las plazas de funcionario público.
Ser español implica acceder al mismo tiempo a la ciudadanía comunitaria y la posibilidad, por tanto, de instalarse libremente y trabajar en cualquiera de los otros 26 países de la Unión Europea. También comporta más facilidades para viajar, pues los extranjeros con permiso temporal de residencia deben pedir una autorización cada vez que vuelan a su país de origen, además de renovar anualmente los papeles.
La nacionalidad lleva aparejado el derecho a votar en todas las elecciones. A elegir y ser elegido. Todo ello sin apenas contrapartidas, porque los convenios con los países latinos permiten mantener en todos los casos la doble nacionalidad. Mientras los descendientes del nacionalizado se benefician de la nueva situación, él no tiene que renunciar a las ventajas del pasaporte de su país.
BUROCRACIA AGOTADORA
La ecuatoriana Maritza Paredes quería trabajar en España con los mismos derechos que un español. Quería dejar de depender de las fechas de la tarjeta de residencia, de hacer colas interminables y de perder días enteros con papeleos agotadores. Pasaron ocho años desde que obtuvo su primera tarjeta de residencia hasta que consiguió la nacionalidad. Al entregar la solicitud le dijeron que tardarían dos en dársela.
Pero desde que juró la Constitución hasta que tuvo el DNI en sus manos transcurrieron tres años. A los dos años, Maritza ya era española, pero tuvo que esperar otro más para que le entregaran el carnet. En ese año seguía teniendo los mismos problemas que cuando residía en España como inmigrante. "Seguían haciéndome contratos como inmigrante cuando yo ya era española", se queja hoy.
"Sin ese número –afirma señalando su DNI–, aquí no eres nadie. No puedes trabajar, y si no trabajas, no comes". Aunque Maritza dice que "España le ha dado mucho", no se siente 100% española. En ocasiones ha visto cómo por ser de otro país ha recibido un sueldo menor. "De poco sirve que en el DNI ponga que eres española. Te ven con otros rasgos y lo primero que preguntan es de dónde eres", revela.
REQUISITO PAR SER MOSSO
Tener la nacionalidad española es requisito indispensable para acceder a determinados puestos de trabajo. Por eso, la ecuatoriana Mildred Pincay pidió el jueves pasado los papeles para obtener la nacionalidad y poder optar a un puesto de funcionaria. A la salida del registro civil, su cara de decepción lo decía todo: tenía cita para entregar la solicitud en el 2009. "He perdido muchas oportunidades y me seguirá pasando durante el tiempo que duren los trámites, por lo menos hasta el 2011", lamenta.
La hermana de Maritza también se ha topado con los inconvenientes de no tener la nacionalidad. Su ilusión era acabar los estudios y entrar en los Mossos d'Esquadra. "Lo primero que le dijeron es que tenía que ser española para ser agente. Me parece injusto porque lleva casi toda la vida aquí", dice Maritza.
LA MAYORÍA, PERUANOS
Desde 1995, 7.353 personas de origen peruano han obtenido la nacionalidad en Barcelona. Los peruanos naturalizados, que se duplicaron en el 2005 respecto al año anterior, ha mantenido su elevado nivel, con 1.400 naturalizados en el 2006. La ecuatoriana sigue siendo la nacionalidad con un mayor aumento porcentual. Pero el colectivo, con 5.212 adultos naturalizados en los últimos 12 años, se sitúa detrás de los peruanos.
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