La inflación aprieta y el debate sobre cuánto deben aumentar los salarios por la subida de los precios de consumo se reabre. Las cláusulas de revisión, que compensan la pérdida de poder adquisitivo del trabajador cuando el IPC real se desvía del previsto en los convenios, nunca han sido del agrado del Banco de España.
Pero cargó la mano y achacó a estas cláusulas "una gran persistencia en los incrementos salariales y en las tasas de inflación".
El último boletín del Banco de España, cerrado hace unos días, apenas puede dar fe del "significativo deterioro" de la inflación en octubre, ya que el indicador avanzado del INE fue publicado el martes. La tasa anual de crecimiento de los precios pegó un salto insospechado por los analistas de septiembre (2,7%) a octubre (3,6%). Pero el organismo supervisor sí anticipaba ya repuntes en los próximos meses por "las presiones que ejercen" las subidas de los alimentos y, sobre todo, del petróleo.
Y es en ese escenario de "fuertes incrementos de los precios de la energía", en el que se sustentan las críticas del Banco de España: "La generalización de las cláusulas de salvaguarda implica que los salarios incorporarán estas subidas de precios, entorpeciendo el necesario ajuste de la economía ante ese tipo de perturbación".
El argumento del Banco de España es que las cláusulas de revisión "permiten una moderación de los incrementos salariales iniciales, pero supone, con posterioridad un ajuste automático a la inflación pasada". Desde 2002, en la mayoría de los convenios, la subida salarial se calcula a partir de la inflación estimada (un 2% anual) y las ganancias de productividad (alrededor de un 1%). Y se incluye una cláusula que se activa cuando el IPC de diciembre supera cierto nivel y compensa así la desviación sobre la inflación real en el salario del año siguiente.
Un 75% de los trabajadores amparados por convenios (unos diez millones de personas) tienen cláusula de revisión salarial. Según el Banco de España, su efectividad es creciente porque el nivel a partir del que se activan "está cada vez más cercano al 2%". Y las que se activaron en 2006, cuando el IPC de diciembre (2,7%) superó en siete décimas el objetivo inicial, permitieron "una traslación prácticamente total de la desviación de la inflación".
"Es una crítica repetitiva, pero Miguel Ángel Fernández Ordóñez [gobernador del Banco de España] sabe que eso es mentira, que ahora la inflación esté como está no tiene nada que ver con la aplicación de las cláusulas de revisión salarial, que ya se repercutieron entre enero y abril", replicó el secretario de Acción Sindical de CC OO, Ignacio Fernández Toxo.
"Las necesidades de la economía deben compadecerse con las necesidades de los trabajadores", prosiguió Fernández Toxo, para quien el análisis del Banco de España "es un despropósito".
La conclusión del Banco de España es que las cláusulas de salvaguarda prolongan el efecto de la inflación pasada y contribuyen así a que la escalada de precios se acelere. "Lo que ha facilitado que en los convenios no se tenga en cuenta la inflación pasada son, precisamente, las cláusulas de revisión", contravino el secretario de Acción Sindical de UGT, Toni Ferrer. "¿Qué cree el Banco de España que ha permitido que en los convenios se tome como referencia la increíble previsión del 2% de inflación del Banco Central Europeo?", inquirió Ferrer.
El debate también fue abordado por el vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, que hizo un ejercicio de equilibrismo. Tras considerar "correctos" los planteamientos del Banco de España sobre los efectos de una aplicación generalizada de cláusulas de revisión, recalcó que la negociación colectiva en España ha sido "prudente" en los últimos años. Y reconoció que la existencia de estas cláusulas han permitido trabajar sobre la inflación prevista y no sobre la pasada.
Solbes admitió el martes que el avance de la inflación de octubre es un "mal dato". El indicador adelantado de la zona euro, que se publicó ayer, pone la cosa aún peor. Según Eurostat, el incremento anual de precios se encaramó en octubre al 2,6%, frente al 2,1% de septiembre. El salto, aunque significativo, es mucho menor que el de España (del 2,7% al 3,6%). El diferencial con la zona euro (ahora un punto porcentual), casi se ha duplicado en un mes. El Gobierno mantenía que las mejoras en competitividad mitigarían esta vez el impacto de una subida del petróleo, tradicionalmente más elevado. Pero no ha sido así.
El vicepresidente del Gobierno se mostró más cómodo con el análisis de la evolución de la economía del Banco de España. Según el organismo supervisor, el PIB creció en el tercer trimestre un 3,7%, lo que refleja una "leve moderación" respecto a la primera mitad del año, cuando el crecimiento se situó por encima del 4%. El Banco de España apunta a la construcción como principal clave de la desaceleración de la demanda nacional y aprecia una mejora en el comportamiento del sector exterior.
ALEJANDRO BOLAÑOS
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