El porcentaje de mujeres con estudios superiores ha pasado del 0,14 por ciento en 1960, al 12,96 en 2001, según un estudio de la fundación BBVA sobre 'Actividad y territorio. Un siglo de cambios'.
El informe, dirigido por los profesores de la Universidad de Valencia Matilde Mas y Francisco Goerlich, analiza los principales cambios experimentados por la población española desde 1900 hasta 2007.
Muestra que la plena incorporación de la mujer a la vida laboral y política y el fuerte incremento de la inmigración son los dos rasgos característicos de la segunda mitad del siglo XX.
Destaca el progresivo envejecimiento de la población, que es generalizado y especialmente intenso en la mitad norte del territorio.
Aunque Zamora, Ourense, Lugo, Teruel, Soria y Avila son las provincias con mayor presencia de mayores, ninguna escapa al incremento del peso de mayores de 65 años entre 1900 y 2001.
Los quince municipios de más de 2.000 habitantes con mayor número de mayores de 65 años son gallegos y diez pertenecen a Ourense.
Las ocho provincias andaluzas junto con Murcia, Las Palmas, Badajoz, Albacete y Ciudad Real son las que cuentan con mayor presencia de jóvenes, aunque en todas la presencia de menores de 15 años es en la actualidad menor que en 1960.
Los autores resaltan una drástica caída del analfabetismo, ya que de una tasa del 63,8 por ciento en 1900 se ha pasado al 2,4 en 2001 y, en el caso de las mujeres, varía del 71,4 por ciento al 3,4.
Las provincias con mayor tasa de analfabetos están en la mitad sur y es Jaén la que cuenta con un mayor número, pero es también la que ha experimentado una mayor reducción.
Destaca la espectacular mejora en la educación universitaria, ya que en 1960 tan solo el 1,68 por ciento de la población tenía estudios superiores, porcentaje que en las mujeres se reducía al 0,14 por ciento.
En 2001 la tasa había aumentado al 12,61 por ciento y en el caso de las mujeres al 12,96.
La mitad norte, con Madrid a la cabeza, es la que cuenta con un mayor número de universitarios.
La tasa de actividad ha aumentado muy poco: del 40 por ciento en 1990 al 46,9 en 2001, principalmente por la incorporación de la mujer al mercado laboral.
La tasa femenina aumentó del 14,2 por ciento al 37,2 entre 1900 y 2001 y la masculina se reducía del 66,9 al 57 por ciento.
Cae el peso de la agricultura, del 71,4 en 1900 al 6,4 en 2001; sube la industria (13,5 y 18,4) y hay un aumento espectacular de los servicios, del 15,1 al 63,5 por ciento.
En 1900 el 91,1 por ciento de la población residía en un municipio de la misma provincia y un 0,3 había nacido en el extranjero y en 2006 el primer porcentaje es del 69,4 y un 10,8 ha nacido en el extranjero.
'Hemos pasado de ser un país de emigrantes a un país de acogida' ha comentado Matilde Mas, que ha destacado que la población extranjera se concentra en la vertiente oriental de la península y en los dos archipiélagos.
En Alicante, la población extranjera superaba en 2007 el 20 por ciento del total y en cinco de sus municipios superaba el 60 en 2005.
Los inmigrantes, que provienen mayoritariamente de Marruecos y Rumanía, se dedican más a la construcción, hostelería y servicios del hogar.
Para los autores, la inmigración ha afectado a todo el territorio, pero con más intensidad a las zonas más desarrolladas y con mayor potencial de crecimiento, lo que ha contribuido a agudizar los desequilibrios territoriales.
Ha frenado el envejecimiento, atendido la demanda de trabajo insatisfecha, elevado la tasa de actividad y contribuido al bienestar social y al cuidado de los colectivos más vulnerables, como niños, enfermos y ancianos.
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