El pesimismo se ha apoderado de los agentes económicos. Según el Índice de Expectativa Económica, que semestralmente elabora Sigma Dos para elEconomista, la percepción sobre la situación actual es la más negativa desde diciembre de 2003 y ese pesimismo impregna tanto a los empresarios, como a la población general y a los líderes de opinión.
Curiosamente, son los empresarios -tradicionalmente pesimistas a la hora de valorar la situación económica- los que más claros observan en tan negro panorama. Admiten que la situación económica puede empeorar en los próximos meses, pero están convencidos de que el deterioro del entorno no va a afectar significativamente a sus cuentas de resultados: se mantendrán las ventas, aumentará la productividad y se sostendrán, razonablemente, los beneficios.
Otra cosa es el empleo. Las positivas expectativas de los últimos años se han desplomado con la crisis subprime. De cara al próximo semestre, los empresarios no esperan grandes modificaciones en sus plantillas, es decir, no harán contrataciones. Habrá que ver cómo reflejan las estadísticas oficiales de empleo estas expectativas empresariales.
Recortes a la inversión
La paralización de las contrataciones será una de las consecuencias de un fenómeno de más amplio espectro. En tiempos de incertidumbre, los empresarios contraen la inversión y esto no sólo afectará al empleo, sino a otros ámbitos también íntimamente relacionados con el motor productivo.
Si hace seis meses las empresas esperaban una evolución levemente positiva de la inversión en I+D+i, al calor de las nuevas ayudas públicas, ahora sus intenciones parecen haber cambiado y aparece como una partida de gasto que se podría congelar en 2008.
Ocurrirá algo similar con el esfuerzo financiero para incorporar tecnologías de la información. Con dinero en la caja y perspectivas positivas, los empresarios situaron la modernización de sus procesos y equipamientos como prioridad; en el nuevo contexto ha pasado a engrosar la lista de gastos a reducir.
Lo que no parecen dispuestos a reducir es la inversión en bienes de equipo ni la de márketing y publicidad. Las bases del negocio continuarán recibiendo alimento.
Conciencia de crisis
La imagen que los agentes económicos tienen de la situación no es buena. Los empresarios, por ejemplo, esperan una evolución negativa de la inflación, el crecimiento y la competitividad; y especialmente mala de los tipos de interés y el empleo.
La población no ve las cosas mucho mejor. Aunque mejora levemente su percepción sobre cuáles serán los ingresos futuros de la unidad familiar (que continúa siendo negativa); ésta es muy negativa en lo que se refiere al empleo y especialmente pesimista respecto a la evolución del IPC, el empleo, el crecimiento y el precio del dinero.
¿Y qué opinan las personalidades que ayudan a configurar la opinión pública, los llamados líderes de opinión? Pues que la situación va a empeorar significativamente en los próximos meses. De momento, descreen del optimismo de los empresarios respecto a la evolución de ventas y beneficios, y auguran un desplome de ambos en el próximo semestre.
Pero su mayor temor es la caída del empleo. Si sus expectativas se cumplieran estaríamos ante una situación de crisis total: caída del empleo, desplome de los ingresos familiares y retroceso del crecimiento, en un contexto de elevada inflación y pérdida de competitividad. Los tipos de interés no endurecerán la situación, pero la crisis estaría aquí.
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