Uno de los indicadores más significativos del fracaso educativo en la Región es la alta tasa de abandono de los estudios por los jóvenes, especialmente entre 16 y 19 años, debido a problemas económicos familiares, a desinterés por la formación, o simplemente por el deseo de incorporarse al mercado laboral y ganar los primeros euros. Sin embargo, la deserción escolar temprana suele llevar a empleos precarios, poco especializados y con un horizonte salarial limitado. La EPA es elocuente. Más del 41% de la población de Murcia en estas edades figura como trabajadora activa, muy por encima de la media nacional. El problema se dispara en los varones, ya que el 48% (diez puntos más que las chicas y otros tantos por encima del promedio de España) ha dejado el estudio por el trabajo.
Según Óscar Urralburu, es muy preocupante la situación de los alumnos de secundaria que fracasan, ya que entran en el mercado laboral con 16 años, sin una cualificación ni académica ni profesional. «Los objetivos de Lisboa 2010 exigen que el 80% de la población joven posea estudios post-obligatorios de bachillerato o FP, y en la Región no llegamos a esa cifra ni para los titulados en la ESO».
Luis Navarro apunta que a las regiones con un desarrollo acelerado les está ocurriendo lo mismo. «Es bueno que haya mucho empleo y mucha oferta para los jóvenes, pero es preferible que estén bien preparados porque tendrán una mayor promoción y mejores perspectivas. Cada una de las familias, medios y organizaciones deberíamos transmitir este mensaje para lograr lo antes posible un punto de inflexión en el abandono escolar».
Una de las actuaciones de la Consejería, señala Aurora Fernández, es establecer contactos con los padres para frenar el abandono, «a la vez que posibilitamos convocatorias extraordinarias a partir de los 18 años. Igualmente, estamos en contacto con las organizaciones empresariales para que el trabajador pueda proseguir, mediante programas alternativos, los cursos que no terminó en su momento».
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