La negociación colectiva ha protagonizado en el último mes y medio un efecto dominó sin precedentes en la historia reciente al desatascarse de golpe 11 convenios colectivos que afectan a más de 130.000 trabajadores vascos. El fenómeno ha solucionado buena parte del grave problema de enquistamiento de las relaciones laborales que venía sacudiendo Euskadi en los últimos cuatro años. El bache se había cebado con los acuerdos sectoriales, los más numerosos en cuanto a número de asalariados involucrados y también los más proclives a convertirse en cajas de resonancia de las peleas que mantienen la patronal y los sindicatos.
El súbito ambiente de entendimiento ha propiciado, además, el desbloqueo del convenio alavés del metal, cuya parálisis había adquirido tintes históricos. Este logro representa el mayor hito laboral de este episodio. Se trata de un documento que regula el marco laboral de 20.000 trabajadores -el 15% de la población ocupada alavesa- y acumulaba cuatro años de retraso. Desde que expiró el anterior marco, en diciembre de 2003, las discusiones fracasaron una y otra vez debido a las antagónicas posturas de SEA y los sindicatos en materia de jornada.
No pasa desapercibido el hecho de que todos los compromisos sellados en estas vertiginosas últimas semanas tienen una característica en común, en ninguno de ellos se han pactado reducciones de la jornada laboral, el principal caballo de batalla de las desavenencias entre empresarios y trabajadores durante este periodo de desencuentros.
Las cifras que describen el desbloqueo en tromba de los convenios (ver cuadro) hablan por sí mismas. A los acuerdos suscritos desde principios de noviembre hay que sumar los pactos cerrados en sectores como la construcción, las oficinas y el comercio textil de Gipuzkoa entre junio y julio. Según coinciden varios agentes implicados, la semilla de este proceso surgió en este territorio gracias al compromiso sellado en la construcción y se transformó en una ola imparable merced al acuerdo en la industria metalúrgica.
Ambos casos estuvieron caracterizados por una encarnizada pelea por el protagonismo negociador entre ELA y LAB. Poco antes del pacto en la construcción, la central de Rafa Díez Usabiaga planteó lo que se conoce como una contrahuelga , al convocar una movilización un día diferente al escogido por el sindicato mayoritario.
la génesis, en gipuzkoa En el metal guipuzcoano, LAB refrendó su desmarque de la estrategia de José Elorrieta y se sumó a CCOO y UGT, la única mayoría al margen de ELA capaz de desbloquear acuerdos en casi cualquier sector. A partir de ese convenio, fue posible establecer pactos en las cuatro ramas del comercio vizcaíno (general, textil, mueble y metal), pendientes desde 2005, en la limpieza de edificios de Bizkaia y Gipuzkoa y en las oficinas vizcaínas. Los compromisos alcanzados por los consignatarios del Puerto de Bilbao y en las bodegas alavesas, firmados en solitario por ELA y UGT, respectivamente, se justifican por la peculiaridad de esos sectores, más que por el fenómeno general de desbloqueo.
El convenio metalúrgico de Bizkaia ha seguido un camino paralelo al de su hermano alavés. Paralizado desde 2004, las centrales y la patronal FVEM confían ahora en que la onda expansiva del consenso ayude a desatascarlo. Recientemente, CCOO y UGT se acercaron a LAB para tantear la creación de un bloque alternativo a ELA, pero la central abertzale respondió con frialdad. Se calcula que 70.000 asalariados están afectados por este pacto.
solos en las 35 horas El mundo sindical vasco ha optado por dejar de lado la batalla de las 35 horas semanales, acuciado por un proceso de desgaste en el que han pesado tanto el clamor de los miles de trabajadores sin convenio como la soledad en la que se había quedado. El sindicalismo alemán, tradicional faro de las tendencias reivindicativas europeas, empezó a rubricar su resignación a partir de 2004, y enseguida le siguió Francia.
El fracaso de decenas de convenios había situado a los estrategas sindicales en una tesitura muy complicada frente a sus bases. Su empeño en rebajar las horas de trabajo no ha obtenido frutos y, al quedar los acuerdos bloqueados, los sueldos han permanecido congelados mientras los precios se disparaban por culpa del euro y la carestía de la vivienda. En suma, la bonanza económica que atraviesa Euskadi se ha saldado durante años con un escaso reflejo en el bolsillo del trabajador.
Como contrapartida a renunciar la jornada, los últimos acuerdos destacan por sus generosos aumentos salariales, cifrados en la mayoría de los casos en un punto o más por encima del IPC, y con compensaciones por los ejercicios sin convenio, como el caso del metal en Álava.
Además, incorporan aspectos que han ido ganando peso en la agenda sindical, como la aplicación del contrato de relevo, los permisos por paternidad y lactancia, las comisiones de igualdad y las coberturas por incapacidad temporal.
En algunos convenios auspiciados por el sindicato mayoritario en el País Vasco, ELA, se han introducido días de libre disposición, una figura que maquilla el cómputo de las horas anuales.
http://www.noticiasdealava.com/ediciones/2008/01/02/economia/euskadi/d02eus32.807410.php
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