La tormenta política que ha provocado en Francia el anuncio de Nicolas Sarkozy de que quiere que 2008 sea el año que entierre la jornada laboral de 35 horas ha llevado al Gobierno de François Fillon a matizar las palabras del presidente.
El portavoz gubernamental, Laurent Wauquiez, aclaró ayer en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que 'no es cuestión de suprimir la duración legal del tiempo de trabajo', pero que el Gobierno es partidario del dispositivo de horas extraordinarias.
Así, insistió en que toda la acción del Gobierno reposa en la idea de reinyectar poder adquisitivo a través de las horas suplementarias y atacar todos los frentes que impiden a los franceses trabajar más allá del límite legal de las 35 horas.
En concreto, citó los acuerdos sectoriales o los contingentes anuales que impiden trabajar más de 110 horas por año. 'Absurdeces –dijo– que frenan la posibilidad de los asalariados de tener más poder adquisitivo con las horas suplementarias'.
'La cosa es simple. No cuestionamos la duración legal de las 35 horas, pero se atacarán todos los frentes y todo lo que frena recurrir a las horas suplementarias', dijo.
También el consejero especial del jefe del Estado, Henri Guaino, intentó calmar los exaltados ánimos sindicales asegurando que Sarkozy quiere llegar a una situación en la cual las 35 horas no sean ya un problema para los que quieran trabajar más.
'No vamos a suprimir la duración legal. No la vamos a tocar, pero que sea posible con acuerdos sector por sector, empresa por empresa, con acuerdos mayoritarios, derogar esta regla. Si no hay acuerdo, la regla de las 35 horas se aplicará automáticamente', declaró en la emisora LCI.
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