La denominada economía sumergida representa el 50% de la estructura laboral y salarial de numeros países de América Latina debido, entre otros factores, a legislaciones permisivas, según denunció ayer el catedrático de la Universidad de la República de Montevideo (Uruguay) Oscar Ermida.
El también ex funcionario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ofreció este dato en el marco de una conferencia ofrecida en la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Bajo el título "La eficacia del Derecho del Trabajo. Mecanismos de lucha contra la economía sumergida y el empleo irregular", Ermida ha centrado la práctica de la economía sumergida en la mayoría de los países centroamericanos, así como en Perú, Bolivia y Brasil.
A su juicio, una de las principales causas de esta situación es "la falta de voluntad política" por parte de administraciones y Gobiernos a la hora de exigir "un cumplimiento normativo".
A esta variable se suma, según ha apuntado el catedrático uruguayo, la ausencia de un sistema judicial eficaz, lo que impide sancionar.
"El trabajador hace un cálculo de conveniencia y piensa: si violo la norma, gano más que respetándola, aún a pesar de que me pueden aplicar una sanción que, sin duda, llegará tarde y no será grave", ha explicado Ermida.
Por lo que respecta a la evolución de la economía sumergida, ha manifestado que "depende de cada país, de la coyuntura del momento y del sector de la actividad".
En este sentido, ha hecho referencia también a Europa, algunas de cuya regiones presentan problemas de precarización laboral, "pese a tener -ha indicado- un alto nivel de protección".
A lo largo de su intervención, Ermida ha desgranado tres tipos de economía sumergida y las diferentes formas de actuar en estos casos.
Por una parte, según ha expuesto, figuran los empresarios que no cumplen la norma laboral "para ganar más", por lo que la solución hacia este tipo de situaciones debe ser "represiva y sancionadora" por parte de la Administración, que debe exigir el cumplimiento de la norma.
El segundo de los casos se enmarca en aquellos empresarios que practican la economía sumergida "por ineficacia propia". En estas situaciones, Ermida ha optado por dar mayor formación al empresario y facilitar los trámites burocráticos.
Por último, otro de los casos de economía sumergida viene dado por los desempleados, "que prefieren la informalidad como estrategia de lucha contra el desempleo".
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