Entre 4,4 y 5,5 millones de inmigrantes trabajan en la economía sumergida en la Unión Europea, cuestión que preocupa a la Agencia comunitaria para la Seguridad y la Salud Laboral, con sede en Bilbao. Así, su director, Jukka Takala, ha lanzado un mensaje a los Estados miembros para que realicen un seguimiento de su situación interna y promuevan el intercambio de información sobre buenas prácticas. Alerta de que los trabajadores ‘sin papeles’ no pueden acogerse a los mecanismos de protección establecidos legalmente para los puestos peligrosos y padecen con mayor frecuencia estrés y agotamiento.
Takala mantiene que los inmigrantes cubren empleos que mejoran el bienestar general de la sociedad, pero sus contrataciones precarias pueden suponer un nuevo riesgo para el mercado laboral en general y conllevar peligros y deterioro de las condiciones. Argumenta que los extranjeros están “sobre-representados en los sectores de mayor riesgo y en las tareas sucias, peligrosas y de gran demanda”. En definitiva, su labor está cargada de incertidumbre, malas condiciones y bajos salarios, “lo que debe ser un motivo de preocupación en toda Europa”.
Un informe del Observatorio Europeo de Riesgos, de la Agencia, refleja que los efectos más significativos de la mano de obra extranjera en materia de seguridad y salud laboral son dos. Por un lado, la segregación del mercado laboral con salarios más bajos, horarios prolongados, inestabilidad, esfuerzos físicos o monótonos, etc., circunstancias que suponen un mayor riesgo de accidentes. Y, por otro, la generación de puestos de trabajo no declarados. El texto no ofrece medidas para remediar la situación, pero insta a los Estados miembros a ser conscientes del problema.
El estudio hace hincapié en que los inmigrantes se concentran en ciertas ocupaciones. Los autores explican que “por una parte, trabajan en profesiones para las que se necesita mucha cualificación, como las tecnologías de la información”; y, por otra, desarrollan su actividad “en condiciones penosas en sectores como la agricultura, la horticultura, la construcción, la atención sanitaria, las tareas domésticas, el transporte o el sector alimentario”.
Además, la importante presencia de extranjeros, continua el informe, puede explicarse “no sólo por la escasez de mano de obra, sino también por las barreras lingüísticas legales, a las que se suman formas de discriminación más sutiles”. A juicio de los responsables de la Agencia, la presencia de inmigrantes en el mercado laboral es, con toda seguridad, mayor de lo que las estadísticas oficiales presentan, puesto que los números sólo recogen los extranjeros permanentes legalizados y no los temporeros ni los trabajadores no declarados.
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