La evolución del mercado laboral en el último trimestre del pasado año certificó definitivamente que España atraviesa una crisis económica que la Comunidad Valenciana sorteó como pudo, ya que en el citado periodo fue capaz de generar 18.300 nuevos puestos de trabajo, frente a la destrucción de empleos que se dio en el conjunto estatal y en la mayoría de regiones.
Con todo, el balance del año que contiene la Encuesta de Población Activa (EPA), publicada ayer, arroja más sombras que luces y constata que 2007 fue el ejercicio del declive en el sector de la construcción.
No obstante, de acuerdo con la información difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), continuó la llegada de inmigrantes a la región en busca de empleo. De hecho, la población activa -personas de entre 16 y 65 en disposición de trabajar- se elevó un 3,21%, hasta alcanzar los 2,47 millones de individuos.
De los 76.900 que optaron por buscar empleo, «únicamente» 56.900 lo hallaron. Así, la cifra de ocupados volvió a pulverizar un nuevo récord histórico y ya supera los 2,25 millones de trabajadores.
Sin embargo, el mercado laboral no pudo absorber toda la demanda, lo que explica un incremento del paro cifrado en 20.000 personas -un 9,85% más- en el último año, lo que sitúa la cifra total en 223.200 desempleados.
La menor capacidad de la región, en relación a ejercicios precedentes, para dar respuesta al aluvión de llegadas se explica en el parón inmobiliario. De hecho, la construcción destruyó 8.000 empleos -el número de ocupados cayó hasta 316.600-, al tiempo que aumentó el paro en cerca de 10.000 personas.
El efecto del ladrillo
Este incremento explica la mitad del desempleo registrado en la Comunidad durante 2007. Otro sector damnificado por la complejidad de la coyuntura económica fue la industria, donde también descendió el número de ocupados en 28.000 personas, mientras que, en paralelo, el paro crecía en otras 2.000. El refugio que permitió acabar el año con mayor volumen de empleo se encontró en el sector servicios, que generó 56.000 puestos de trabajo y disminuyó el paro en 2.000 personas.
Sin embargo, el peso del sector terciario sobre el conjunto de la economía genera una mayor precariedad laboral. En ese sentido, el 34,3% de los empleos en la Comunidad tienen carácter temporal, pese a que esta tasa ha caído en 1,2 puntos en relación al cierre del año anterior.
Con todo, el dinamismo de la actividad turística, comercial y de los transportes -que cobran fuerza como motores económicos regionales- no impidió que la tasa de paro autonómica se eleve hasta el 9,03%, muy lejos del objetivo del pleno empleo técnico.
Pese a ello, el vicepresidente económico de la Generalitat, Gerardo Camps, subrayó que el mercado de trabajo valenciano «está evolucionando en estos momentos mucho mejor que el conjunto del mercado de trabajo español, debido a que el dinamismo económico en la Comunidad es superior que en el resto del Estado».
Por su parte, los sindicatos mayoritarios reclamaron un «cambio en el modelo productivo» que, a juicio de UGT, pasa por activar un pacto autonómico por la vivienda, similar al andaluz o el catalán.
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