Según las cifras aportadas por el Instituto Nacional de Estadística, correspondientes a la última Encuesta de Población Activa del cuatro trimestre de 2007, un total de 49.000 gaditanas se encontraban paradas, lo que supone una tasa del 23,10 por ciento, frente al 13,98 por ciento que existe en el sexo opuesto. Sin embargo, llama la atención el importante salto al mercado de trabajo que ha protagonizado la mujer en la última década, pasando de 100.500 trabajadoras en el año 2000 hasta las 163.200 del 2007.
Una situación que, según la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía, tiene su origen en el cambio de mentalidad que se ha producido en la población femenina en esta última década, que ha permitido una incorporación masiva al mercado laboral de mujeres con más de 40 años, que se suman a las universitarias que terminan sus estudios. Y es que el cambio de actitud también ha tenido su reflejo en el mundo universitario, donde la mujer domina el alumnado con un predominio del 53 por ciento frente al 47 por ciento de los hombres.
No obstante, aún quedan por superarse otras barreras de género dentro de la comunidad universitaria: la presencia de estudiantes femeninas en las carreras técnicas -relacionadas con las ingenierías, la informática o las Ciencias Navales- sólo alcanza el 20 por ciento. Ellas prefieren otras titulaciones como Ciencias Sociales y Jurídicas, Ciencias Experimentales, Humanidades y Salud. Una presencia que también se traslada al plano laboral, donde se han establecido trabajos para hombres y otros para mujeres, en función de las tareas a ejercer.
Entre los primeros destacan las 27.508 empleadas en el epígrafe del comercio al por menor (en el que se exceptúa la venta de vehículos y todo lo relacionado con el motor). En este sector hay 22.000 hombres en la provincia, por lo que índice de feminización se inclina hacia el lado femenino. El desnivel más acusado en favor de ellas (del 250 por ciento) se encuentra en la industria de la confección y la peletería, si bien es cierto que el número de ocupadas (apenas 200) es demasiado bajo.
Más significativas son las 17.000 mujeres frente a 9.000 hombres que se dedican a actividades sanitarias, veterinarias y servicios sociales (índice del 189 por ciento) o las 8.798 frente a 5.594 que están vinculadas a la educación. Por el contrario, el empleo más varonil de todos es la construcción, a la que estaban afiliados en diciembre de 2006 más de 54.000 hombres por apenas 3.500 mujeres. Esta desproporción se refleja en el índice, que es el más bajo de todas las profesiones en la provincia gaditana: de un escaso 6,52 por ciento.
Sin embargo, toda la formación que están recibiendo las mujeres desde comienzos del siglo no ha encontrado su premio a la hora de incorporarse al mercado laboral. Además del mayor número de paradas, las mujeres gaditanas que consiguen un puesto de trabajo tienen sueldos muy por debajo al de los hombres. Según los datos recogidos en el Anuario Estadístico de Andalucía 2007, Perspectiva de género, fundamentados en las cifras de la Agencia Tributaria y la declaración de la Renta al cierre del año 2006, las trabajadoras de la provincia de Cádiz ganan 6.000 euros al año menos que sus compañeros del sexo opuesto, lo que supone un 56,2 por ciento menos.
Esta cifra sitúa a la provincia gaditana por detrás de la media nacional e incluso andaluza. Mientras que el salario de un trabajador de la zona asciende a 16.888 euros al año, las mujeres cobran 10.806 euros, muy lejos de los 13.497 euros que, por ejemplo, ganan las españolas. Además de estas diferencias existentes en la sociedad actual entre hombres y mujeres, éstas siguen denunciando otros inconvenientes añadidos como las dificultades de acceder a los puestos de responsabilidad de sus empresas o el sobreesfuerzo y la mayor preparación que deben tener para hacerse con un puesto libre a la hora de competir con un hombre.
Por estos motivos, en el día de la mujer, el artículo 14 de la Constitución Española sigue siendo un referente para el género y uno de sus mayores logros. ‘Los españoles son iguales ante la Ley’. Ahora, queda una nueva meta: la igualdad social.
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