La mitad de las trabajadoras del servicio doméstico admite haber cotizado en algún momento, pero reconoce que no lo está haciendo en la actualidad.
La incorporación de la mujer al mercado laboral, las nuevas situaciones de dependencia y el envejecimiento de la población han disparado la demanda de empleadas de hogar en los últimos años. El anciano acompañado por una joven latinoamericana —el idioma español es requisito en la mayoría de las ofertas— ya forma parte del paisaje de las grandes ciudades y, en cualquier portal de internet, los trabajadores del servicio domésticos son ampliamente reclamados. Sin embargo, desde mediados de 2006, el número de afiliadas en el Régimen de Hogar de la Seguridad Social no ha dejado de caer, pese a que la demanda evidentemente se ha mantenido e incluso ha aumentado. Esta paradoja tiene varias respuestas, pero la más acertada es que siguen trabajando, pero ya sin cotizar a la Seguridad Social, formando parte del empleo fraudulento, que según el Gobierno afecta a algo más de 300.000 trabajadores y que otros sitúan en un millón de trabajadores.
En enero de 2005 había apenas 185.000 empleadas de hogar afiliadas a la Seguridad Social, pero sólo cinco meses después y tras la regularización masiva de inmigrantes, que se hizo entre febrero y mayo de 2005, su número prácticamente se duplicó. Hoy apenas hay 250.000.
Era la fórmula más fácil para regularizar la situación en España. Tan sólo era necesario un contrato y el método más rápido era, y es, el Régimen de Hogar. Con un año de cotización se obtenían los papeles y tras ese periodo se producía la baja en la Seguridad Social.
Otro elemento clave en la caída de la afiliación ha sido el aumento de las cotizaciones de los empleadores. La mayoría ha decidido mantener a la empleada, pero sin cumplir con la Seguridad Social.
Es complicado saber cuántas empleadas de hogar están en la economía sumergida, pero un reciente estudio elaborado por la socióloga Esmeralda Sanz y publicado por Comisiones Obreras (CCOO) nos acerca bastante a la realidad.
Según este estudio, más de la mitad de las trabajadoras que se dedican a tareas domésticas admiten haber cotizado en algún momento pero no hacerlo ahora. Por tanto, el número real podría rondar el medio millón, aunque más del 50% fuera de la economía real.
El 85% de las inmigrantes empleadas en el servicio doméstico en España no trabajaba en este área en sus países de origen, pero, desgraciadamente, para muchos es la única puerta de entrada a nuestro mercado laboral. Más de la mitad de las empleadas de hogar son externas por horas y sólo un 20% son internas. La precariedad es altísima, ya que cinco de cada diez reconoce que no tiene contrato por escrito y sólo el 10% es fija. Mientras, la formación es una quimera, ya que la mayoría reconoce que no ha dedicado una sola hora para aprender a desarrollar su trabajo, aunque se sienten capacitadas porque han desarrollado labores similares en su país.
Los comentarios están cerrados.