Con la inflación disparada al 10,8% (según el indicador adelantado de finales de julio publicado por el Instituto Nacional de Estadística, INE), la tasa más elevada desde 1984, los ciudadanos siguen sufriendo las consecuencias del aumento de precios de los alimentos y la energía y, con la subida del IPC, también se resienten los salarios. Aunque la evolución del IPC sirve de referencia para estimar alzas salariales, las empresas no están obligadas a subir el salario a sus empleados, solo si se indica en el convenio laboral o si está por debajo del SMI, que se incrementó por última vez a principios de 2022. Según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), los salarios en España han caído cerca del 5% en el último año, la segunda mayor pérdida de poder adquisitivo de Europa, y el mismo organismo estima en sus previsiones que la inflación se mantendrá durante 2022 y el crecimiento de nuestro país bajará 1,4 puntos hasta el 4,1%.
De acuerdo con los resultados obtenidos en la última encuesta de InfoJobs sobre Salarios y Poder Adquisitivo, solo un 38% de los trabajadores ha tenido una subida salarial en los últimos doce meses. Aunque no hay diferencias notables por género o edad, sí se dan en cuanto a tipología de contrato (aquellos con contrato indefinido han recibido aumentos en mayor medida: un 40%, frente al 28% que tienen contrato temporal/prácticas y el 23% que son autónomos) o en cuanto a nivel de ingresos, ya que la mitad de los trabajadores con sueldos superiores a 2.000 euros disfrutó de una subida salarial en el último año, frente al 20% de quienes cobran hasta 1.000 euros.
Según las diferentes tipologías de trabajadores, definidas a través de dos ejes de segmentación -el nivel motivacional laboral presente por parte del profesional y la perspectiva del mundo laboral-, elaboradas por Infojobs en su Análisis sobre los perfiles actitudinales de los trabajadores en España, encontramos cuatro perfiles de empleados distintos: el vocacional, el conservador, el acomodado y el inconformista. En ese sentido el segmento de los trabajadores vocacionales fue el que concentró la mayor cantidad de subidas salariales, con un 40%, por delante de conservadores (38%) e inconformistas (33%). Los acomodados tienen en mayor medida una subida porcentual del 1% al 5% (la horquilla en la que se encuentran la mitad de los trabajadores), probablemente porque tienen empleos con menos retribución y se ven más afectados por el aumento del SMI.
Más del 30% de los trabajadores no recibe ninguna explicación de por qué no tiene un aumento
El contexto de inflación y la recuperación económica tras la pandemia son los motivos más recurrentes de las empresas para justificar la no subida salarial, ya sea porque no pueden permitírselo o porque no corresponde por diferentes causas (como una subida reciente), ambas con un 16% de las menciones. La tercera justificación más usada por las empresas (13%) es que a los compañeros no se les ha subido el salario. Sin embargo, llama la atención que 1 de cada 3 trabajadores no recibió ninguna explicación.
Observamos que, en este tema, hay algunas diferencias entre géneros. Mientras que la no subida salarial en hombres se debe en mayor medida a que no corresponde, el motivo mayoritario entre las mujeres fue porque la empresa no puede permitírselo. Ellas también son las que menos explicaciones reciben acerca de su no subida salarial (36% vs. el 31% de los hombres).
Respecto a las diferencias por grupos de edad, el 40% de los jóvenes no tuvo una subida salarial por llevar poco tiempo en la empresa, mientras que los de edad más avanzada tuvieron una mayor justificación relacionada con que la empresa no puede permitírselo (27% de las menciones).
Por otro lado, los que tienen un salario superior no reciben un aumento en mayor medida porque el resto de sus compañeros tampoco lo tienen (21%); y quienes cuentan con un salario inferior no lo disfrutan por el hecho de ser nuevos en el trabajo (18%).
Este motivo también es el más habitual entre los inconformistas, mientras que los vocacionales declaran más razones directamente relacionadas con el trabajo en sí, como no haber cumplido los objetivos. Por último, el perfil conservador declara que el principal motivo es porque sus compañeros tampoco tienen una subida
Las cuestiones legales justifican el aumento de sueldo
Solo un 4% de los encuestados señala que la subida salarial tiene que ver con el IPC. Mayoritariamente, el aumento se justifica porque corresponde la subida salarial por experiencia o por cargo (32%), seguido del incremento del SMI (26%). El top 3 lo completa un buen desempeño o una buena evaluación laboral (17%).
Por géneros, las mujeres vieron su salario aumentado a causa directa de la subida del SMI en mayor medida que los hombres (38% vs. 17%), siendo esto un indicativo de la mayor precariedad de sus trabajos.
Respecto a la franja de edades, los trabajadores de entre 25 a 34 años tienen más subidas salariales relacionadas con el buen desempeño o una buena evaluación laboral (probablemente porque aún están estabilizándose en el mercado laboral y hay mayor recorrido de mejora salarial), con un 32% de las menciones A partir de los 35 y hasta los 65 años, la subida salarial que corresponde por experiencia o por cargo es el motivo más referido para justificar el aumento, que llega al 35% en el caso del grupo de 45 a 54 años.
Respecto al nivel de ingresos, las subidas salariales por mérito y no por obligación están más presentes a medida que el salario de los trabajadores es mayor (un 31% en el grupo de más de 2.000 euros), mientras que el de menos de 1.000 euros apenas alcanza un 9%. En cambio, el incremento del SMI tiene un 62% de las menciones en este segmento.
Los trabajadores con aumento salarial también pierden poder adquisitivo
En el contexto actual que vivimos, con un incremento del IPC que ya casi llega al 11%, que los sueldos se mantengan igual o aumenten en la horquilla del 1% al 5% crea una situación económica insostenible para los hogares españoles pues, inevitablemente, la renta disminuye. De hecho, 6 de cada 10 trabajadores que han disfrutado de un aumento salarial durante el último año declara que, aun así, su poder adquisitivo ha disminuido. De ellos, las mujeres (un 65% frente al 60% de hombres) y los segmentos más maduros (un 79% del grupo de 45 a 55 años y un 71% de 55 a 65% frente al 48% de los más jóvenes) son los segmentos que más han visto reducido su poder adquisitivo. Por otra parte, un 26% de los encuestados asegura que lo ha mantenido y solo un 12% lo ha incrementado.
Solo los trabajadores con ingresos superiores a los 2.000 euros, los perfiles vocacionales y aquellos con edades comprendidas entre los 25 y 34 años (posiblemente debido a que suelen tener menos cargas familiares), declaran en mayor medida que han conseguido mantener su poder adquisitivo.
7 de cada 10 trabajadores recorta en productos y servicios básicos y ajusta gastos de ocio
Como consecuencia de la generalizada pérdida de poder adquisitivo y el aumento de la inflación, el 70% de los trabajadores declara que ha tenido que reorganizar sus gastos. En ese sentido, más de la mitad de los profesionales (un 54%), ha ajustado sus gastos de ocio; el 32% ha recortado en productos y servicios básicos, como alimentación o electricidad; y, finalmente, el 20% ha acortado sus días de vacaciones o ha tenido que prescindir de ellas. En cuanto a aspectos relacionados con el trabajo, el 19% ha aumentado la frecuencia de llevar su propia comida en vez de comer fuera, y el 14% ha cambiado su forma de desplazarse para ahorrar costes.
Las mujeres han reorganizado sus gastos en mayor medida que los hombres (58% vs. 51%). Además, 4 de cada 10 han recortado el presupuesto a la hora de disponer de servicios y productos básicos, probablemente debido a su situación de empleabilidad más precaria.
En cuanto a las diferencias según el poder adquisitivo, casi la mitad de los trabajadores con ingresos de hasta 1.000 euros al mes han tenido que recortar sus gastos en productos y servicios básicos. En contraposición, el 43% de quienes tienen salarios más elevados no han hecho ningún ajuste. Finalmente, los inconformistas (64%), han reorganizado su economía en mayor medida que el resto de segmentos y también han hecho más cambios para ahorrar costes de desplazamiento o de comidas.
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