En los últimos años, el sector tecnológico ha incrementado de forma exponencial las ofertas de empleo. Las propias características de este tipo de trabajos, con constantes cambios en los lenguajes y posibilidades de programación, obliga a los programadores a estar en un proceso de formación continua. Esta situación provoca un contexto laboral complejo en el que las etapas vitales del personal se perciben como un factor determinante.
Un equipo de expertos liderados por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha analizado los estereotipos y la percepción sobre el peso de la edad en las trayectorias profesionales de los programadores. «En esta industria, se percibe que un programador de más de 35 años es un programador ‘mayor'», apunta Andrea Rosales, investigadora del centro Communication Networks & Social Change (CNSC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y autora principal de este trabajo.
Según indican los autores, las empresas tecnológicas se consideran compañías disruptivas en las que se diseña el futuro. Para hacerlo, los programadores a menudo se encuentran ante el reto de tener que aprender nuevos lenguajes de programación o investigar posibilidades tecnológicas innovadoras. Esta ambición por cambiar el mundo requiere muchas horas de dedicación, lo cual se identifica más a menudo con una persona joven e incansable que con una persona más madura que, por ejemplo, tiene que recoger a los niños en el colegio por la tarde.
Estereotipos comunes en todo el mundo
En este trabajo, los autores han realizado entrevistas en profundidad a dieciocho programadores de diversos grupos de edad y de distintas compañías de todo el mundo, desde empresas emergentes hasta algunas de las grandes tecnológicas afincadas en Silicon Valley. En ellas, los investigadores han encontrado percepciones y estereotipos comunes en todos los profesionales entrevistados.
De este modo, la pasión devota por el trabajo se asocia con mayor frecuencia a un trabajador tecnológico más joven. Por ello, las corporaciones tecnológicas tienden a excluir a los trabajadores tecnológicos considerados «mayores» e incluso a ignorar y despriorizar sus necesidades. «Lo que determina esta discriminación son las ideas preconcebidas que se tienen sobre la edad. Por una parte, se valora mucho que los programadores jóvenes sean muy apasionados y muy entusiastas por la tecnología, y algunas empresas se aprovechan de estas circunstancias», recalca Rosales.
Por otra parte, los propios programadores asumen que, a medida que un profesional madura, va decayendo la pasión y la dedicación que caracteriza a la juventud, unas circunstancias en las que se valora poco la experiencia y la rigurosidad. Sin embargo, estas cualidades son más comunes a medida que se adquiere experiencia y también son necesarias para ser un buen programador.
De este modo, los estereotipos se ven reforzados por el hecho de que, después de varias generaciones, todavía la gran mayoría del personal de programación tiene menos de 30 años, especialmente en las empresas más jóvenes. Por tanto, en estos contextos, los programadores de más de 35 años se consideran «mayores».
En otras industrias se considera «trabajadores mayores» a los que superan los 55 años, de modo que se adelanta en 20 años esta etiqueta para el personal de programación. Asimismo, esta idea se refuerza, en parte, debido a los ambientes de trabajo que suelen crearse en las empresas tecnológicas, más enfocados a un estilo de vida joven, en el que la oficina se presenta como una extensión del hogar en la que se incluyen juegos, comida y fiestas que extienden la jornada laboral. De este modo, probablemente, los programadores mayores de 40 años y con una vida familiar propia no suelen identificarse con este modelo de vida o no les encaja con las prioridades de su etapa vital.
Dudas sobre las capacidades y la edad
Además, los propios programadores también tienen muchas dudas sobre sus capacidades mentales futuras. A menudo, estos empleados no saben si podrán mantener toda la capacidad mental y la concentración necesaria para ser un buen programador. «Ser programador implica estar aprendiendo nuevos lenguajes para seguir siendo relevante en el contexto laboral, lo que requiere mucha concentración mental. Es más, algunos programadores piensan que quizás cuando tengan 50 años no van a tener esa capacidad de concentración», detalla Rosales.
Esta idea a priori es totalmente errónea porque no todas las personas envejecen de la misma manera, y una persona madura y con experiencia está en plenas capacidades físicas y mentales. «Sin embargo, estos empleados perciben y alimentan esta idea, que se convierte en una profecía autocumplida», destaca la investigadora.
No obstante, hay que tener en cuenta que estas percepciones pueden verse incrementadas o minimizadas en función del contexto laboral, la oferta y demanda de empleo, así como la empresa para la cual se programa. «Estos estereotipos actúan como una trampa, porque quienes se dedican a la programación, aunque sean jóvenes, apasionados y dedicados, también quieren tener una vida propia y es más difícil encajar en la industria si no respondes al estereotipo», advierte la autora principal de este trabajo.
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