La crisis de la Covid-19 ha tenido un impacto económico y social sin precedentes, que ha intensificado el riesgo de exclusión de aquellos que ya atravesaban dificultades antes de la pandemia. En el caso de las personas con discapacidad, además de ser víctimas de la emergencia sanitaria o de la destrucción de empleo, han visto cómo los cimientos de su plena inclusión se han tambaleado, en un contexto en el que ha prevalecido una gran preocupación y una rotunda prioridad a nivel mundial: la erradicación del virus.
A finales de 2020, el primer informe Discapacidad y expectativas para el nuevo año, realizado por la Fundación Adecco y CHM Obras e Infraestructuras, arrojaba un sentimiento mayoritario entre las personas con discapacidad: el 70% opinaba que se está ante una década perdida en términos de inclusión en la que no habría progreso, ya que el distanciamiento social y la crisis económica no ayudarían a normalizar la presencia de las personas con discapacidad en la sociedad y en el mercado laboral.
Hoy, a punto de finalizar el año inmediatamente posterior al estallido del coronavirus, y con las secuelas de la Covid aún muy presentes, una conclusión parece clara: aunque lo más crudo de la crisis económica parece haber llegado a su fin, el mercado laboral pospandemia sigue sin ofrecer a las personas con discapacidad las garantías suficientes para afrontar su plena inclusión. En este marco, creen que es necesario fomentar las iniciativas de sensibilización y de empoderamiento para avanzar, de forma decidida, hacia este gran reto. La Fundación Adecco y CHM Obras e Infraestructuras presentan el segundo informe Discapacidad y expectativas para el nuevo año, cuyas conclusiones se basan en una encuesta a 350 personas con discapacidad residentes en diferentes comunidades autónomas.
Luces y sombras: grandes avances pero muchos retos por delante
Durante los últimos años, el proceso de inclusión laboral de las personas con discapacidad ha experimentado un notable avance, arrojando muchas y crecientes luces. En primer lugar, cabe señalar que las cifras de contratación se han incrementado un 82,4% con respecto a hace 10 años, según el SEPE: si entre enero y noviembre de 2011 las personas con discapacidad rubricaron 57 634 contratos, en el mismo periodo de este año se han registrado 105 106. Cabe señalar que la contratación de personas con discapacidad había encadenado 7 años consecutivos de incrementos que quedaron abruptamente interrumpidos por la pandemia: el año 2020 se cerró con un descenso interanual del 26% en el número de contratos, según las estadísticas oficiales. En lo que se lleva de 2021, las cifras se han recuperado notablemente (+32%) pero continúan siendo un 4% inferiores a las registradas en tiempos pre-pandemia.
Mientras, la tasa de paro ha seguido una tendencia descendente, situándose en 22,2%, un porcentaje alto, pero que representa el valor mínimo de toda la serie histórica.
Sin embargo, junto a estas luces también se levantan múltiples sombras, que dan cuenta de los grandes retos que aún hay por delante. En concreto, resulta llamativa la exigua participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral, con una tasa de actividad del 34,3%. En otras palabras, el 65,7% de las que tienen edad laboral no tiene empleo ni lo busca, un porcentaje que ha permanecido estancado durante el último lustro. Por otra parte, también llama la atención la escasa penetración de las personas con discapacidad en la empresa ordinaria, es decir, en entornos de trabajo normalizados. Actualmente, más de tres cuartas partes de los contratos a personas con discapacidad (75%) se suscriben en el ámbito protegido (Centros Especiales de Empleo), una cifra que supera en más de 10 puntos porcentuales a la de hace una década (64%).
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “Sin negar que los CEE son un eslabón necesario en el proceso de inclusión, durante los últimos años se están consolidando como una medida finalista, en lugar de constituir un elemento transitorio, tal como establece la legislación. Por ello, es fundamental establecer indicadores cuantificables de tránsito hacia la empresa ordinaria, que es el lugar donde la inclusión se produce en su máximo exponente. La nueva normalidad que hoy se vive, tras la etapa más dura de la pandemia, resulta un punto de inflexión idóneo para proponerse esta nueva meta”.
Asimismo y, aunque la transformación digital, acelerada por la Covid-19, ha impulsado el ámbito online como vehículo para visibilizar y normalizar la discapacidad, ha evidenciado, al mismo tiempo, la necesidad de adquirir nuevas competencias y habilidades. Siendo las personas con discapacidad uno de los segmentos más afectados por la brecha digital, durante los próximos años resultará vital dotarles de las competencias digitales necesarias para que estén mejor preparados para superar los periodos de crisis y conectar con los nichos de empleo emergentes. Otro de los grandes retos es, en esta línea, estimular la participación de las personas con discapacidad en la esfera universitaria, donde a pesar de haber duplicado su presencia en la última década, continúan infrarrepresentadas y apenas alcanzan el 1,5% del total del alumnado. En el curso académico 2020-2021, un total de 23 851 personas con discapacidad estudiaron en universidades españolas, frente a los 12 755 del curso 2011-2012, según datos de la Fundación Universia.
En palabras de Mesonero: “para dar respuesta a estos desafíos, la colaboración público-privada y las políticas activas de empleo van a constituir dos grandes ejes para prosperar como sociedad y no dejar a nadie atrás, alineados con la Agenda 2030”.
Desconfianza en el mercado laboral pos-Covid-19
El contexto de la nueva normalidad se antoja hostil para la mayor parte de las personas con discapacidad, en términos profesionales. Así, es reseñable que más de 6 de cada 10 desempleados (65%) no confía en el mercado laboral del próximo año y cree que no encontrará trabajo estable en 2022, en un escenario pospandemia en el que las personas con discapacidad se toparán con dificultades adicionales.
En este sentido, opinan que fenómenos como la digitalización, la automatización de puestos de trabajo, la crisis que aún afecta a muchas empresas o los requisitos cada vez más exigentes de las ofertas de empleo, dificultarán a las personas con discapacidad competir en el mercado del año venidero.
“El año 2022, en el que lo más duro de la pandemia va quedándose atrás, será crítico para la configuración de un nuevo escenario laboral en el que las personas con discapacidad puedan competir en igualdad. La Covid-19 ha evidenciado que la vulnerabilidad es inherente a la condición humana y que valores como la superación, la paciencia o la resiliencia, tan habitualmente presentes en las personas con discapacidad, son esenciales para prosperar como sociedad. Por ello, impulsar su empleo debe constituir un eje prioritario de actuación para empresas y Administraciones Públicas, y no solo desde el punto de vista ético, sino bajo la óptica de la competitividad”, remarca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
El empleo: la gran prioridad para las personas con discapacidad en 2022
Las personas con discapacidad muestran una escasa confianza en el mercado laboral pospandemia; sin embargo, se da la circunstancia de que el empleo representa, precisamente, su principal prioridad. Como se ha expuesto anteriormente, en este contexto de reactivación económica, su contratación ha dado síntomas de mejoría, incrementándose un 32% en 2021, pero siendo un 4% inferior a tiempos prepandemia.
Las respuestas de la encuesta arrojan que recuperar los niveles de empleo prepandemia y retomar la tendencia positiva iniciada antes del Covid-19, es una prioridad absoluta para las personas con discapacidad. De hecho, un 89,8% de los encuestados sitúa la posibilidad de conseguir un trabajo estable en el centro de sus deseos, por delante de elementos como la vivienda, el ocio o las relaciones afectivas, como reflejan los datos de la siguiente tabla. Así, en una escala del 1 al 5, siendo 1 “nada importante” y 5 “muy importante”, un 89,8% escoge las valoraciones 4 y 5 cuando se trata de apostar por el empleo.
“Que no me miren raro por mi discapacidad”
A continuación, un 82% considera prioritaria la normalización de las personas con discapacidad en la sociedad. Respuestas como “que no me miren raro” o “que no me digan que tengo una enfermedad” son algunas de las respuestas destacadas en este sentido. La vivienda se sitúa en tercer lugar: un 80,5% considera básico conseguir una residencia donde ser independiente, seguido de un 79,4% que alude a las relaciones afectivas. Por detrás, un 75,2% cree que lograr la igualdad de género es de vital importancia, teniendo en cuenta que las mujeres con discapacidad están expuestas a una doble discriminación e invisibilidad. Por último, un 69,9% cree que apostar por la accesibilidad universal es básico para eliminar barreras físicas y cognitivas que siguen dificultando el proceso de inclusión sociolaboral de las personas con discapacidad.
“El empleo es la respuesta integral para el desarrollo y la plena inclusión de las personas con discapacidad, constituyendo el medio por excelencia para que puedan vivir de forma autónoma, reforzar su autoestima, incrementar la cantidad y calidad de sus relaciones personales y avanzar en su reconocimiento social. El empleo es, por tanto, el eje vertebrador que da respuesta a otras necesidades y, por ello, representa la principal reivindicación de las personas con discapacidad para el año venidero”, destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
La plena igualdad laboral ¿expectativa realista o quimera?
Según un reciente análisis de la Fundación Adecco, la plena inclusión de las personas con discapacidad no se producirá hasta el año 2242, un pronóstico basado en cálculos que interrelacionan diferentes indicadores de actividad y empleo de las personas con discapacidad en comparación con los del resto de la población. La mayor parte de los encuestados (46,8%), suscribe esta idea y cree se trata de un anhelo que las generaciones presentes no llegarán a ver, Por otra parte, un 7,1% opina que será una conquista social que se producirá en esta década junto a un 35,2% que estima que harán falta veinte años para asistir a este hito. En el otro lado, un 10,9%, más optimista, opina que se está cerca de lograr la plena igualdad en el ámbito del empleo y que en 2022 se darán pasos importantes.
Sensibilización y empoderamiento: los grandes pilares
Las personas con discapacidad creen que el proceso de inclusión podría acelerarse en 2022 si se refuerzan algunas acciones clave: la sensibilización al eje sociedad-empresa y el acompañamiento y empoderamiento a las propias personas con discapacidad.
En concreto, consideran que el principal elemento para impulsar su inclusión laboral se basa en la sensibilización a empresas (56,4%), seguida del acompañamiento y orientación a las personas con discapacidad (53,7%), la mayor inversión en accesibilidad (33,8%) y, por último, el impulso de la formación superior para que las personas con discapacidad puedan acceder a la Universidad y a empleos cualificados (24,4%).
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