Al cerrar este año aciago, podemos consolarnos al constatar que el mercado de trabajo español ha conseguido amortiguar de manera muy eficaz una caída sin precedentes en el PIB. Tanto los ERTE como las medidas de apoyo a empresas y trabajadores explican parte de esta mayor resiliencia.
Los últimos compases del año vienen marcados por la segunda ola de la pandemia en Europa y Estados Unidos, así como por el inicio de la vacunación. A pesar de que 2021 volverá a estar marcado por una situación sanitaria anómala, las perspectivas para la economía española son de clara recuperación.
La vacunación ayudará a mitigar posibles olas sucesivas de contagios, con el consiguiente efecto en la llegada de turistas y en el desempeño de los servicios que implican contacto. Al mismo tiempo, el inicio de la ejecución del Plan de Recuperación europeo supondrá un impulso a la inversión pública y a las reformas estructurales.
La creación de empleo y el paro reflejarán este inicio de recuperación de la economía, pero probablemente lo hagan con menor ímpetu dado el perfil del impacto que han sufrido durante 2020. En particular, habrá que seguir el proceso de reabsorción de los 750.000 trabajadores que todavía están bajo un ERTE.
La mejora coyuntural no nos debe distraer de la necesidad de seguir introduciendo elementos de reforma dentro del marco institucional de nuestro mercado de trabajo.
La recuperación se prolongará en 2022 y 2023 y en nuestra mano está conseguir que nos permita volver pronto a los niveles de empleo y paro de 2019, así como avanzar en los desafíos pendientes: la tasa de empleo, el paro de larga duración, la productividad y la adaptación de la oferta a la demanda.
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