El carácter de los jefes no lo es todo en un puesto de trabajo, pero sí es un factor determinante para que la plantilla esté más o menos cómoda, haya más o menos rotación de personal y los resultados empresariales y la salud del equipo, tanto física como mental, esté en una buena o mala situación.
Tanto es así que cuando echamos la vista atrás y analizamos antiguos puestos de trabajo los recordamos con mejor o peor sabor de boca en función del jefe o los jefes que en ellos teníamos.
Según un análisis de Nexian, la primera red nacional de agencias de Recursos Humanos con servicios y soluciones para todo tipo de empresas y organizaciones, la mayoría de los españoles, cerca de un 60%, prefiere contar con un buen líder en su equipo a una subida de sueldo.
Pero ¿qué se entiende por un buen jefe? ¿y por uno malo? ¿cómo han de ser los jefes para que marquen nuestro paso profesional por un determinado trabajo?
En opinión de David Monge Director General de Nexian, “un mal jefe es aquel que para hacer valer y ejercer su poder necesita imponer o intimidar, entiende el éxito como algo personal y utiliza al equipo como un recurso a su servicio, trata de forma injusta a sus trabajadores fomentando los agravios comparativos, y se comporta como un ser controlador o, por el contrario, como un gerente ausente que deja en manos de sus empleados la consecución de los objetivos sin darles directrices ni apoyarles en el día a día”.
Jefes de este estilo pueden, y de hecho lo hacen, generar estrés entre sus colaboradores y varios tipos de patologías físicas, como dolencias cardíacas provocadas precisamente por ese estrés, además obviamente de no contribuir en absoluto al buen entendimiento y a la motivación en el equipo.
Todo lo contrario ocurre cuando los jefes son justos y tratan de forma ecuánime a sus trabajadores. Un estudio de la Universidad Estatal de California afirma que los líderes que tratan de manera justa a sus trabajadores cuentan con equipos no sólo más unidos y satisfechos en sus puestos de trabajo, sino también más productivos en el desempeño de sus tareas profesionales.
Cómo ser un buen líder
Aunque no hay una receta única que determine cómo ser un buen jefe, David Monge, Director general de Nexian, sostiene que “la comunicación con las personas de su equipo es el elemento clave, además ha de tener confianza en el equipo y generar confianza con sus trabajadores, saber delegar y generar espacios de autonomía y ser respetuoso, justo e íntegro a la hora de tratar a todos los miembros del equipo. Se trata de algo tan simple y tan difícil como ser ejemplo en los demás y entender que tu capacidad de influencia depende del valor que aportas a las personas de tu organización y no de tu posición jerárquica”.
Virtudes que se traducen en hacer crecer a las personas, en tratar los problemas de forma positiva y antes de que se enquisten, en tener muy claro que un jefe no es ni el padre ni el amigo de sus colaboradores y que entre sus características un buen jefe ha de ser:
- Amable, de forma directa y sincera, diferenciando empatía de simpatía.
- Positivo a la par que realista, para transmitir optimismo al equipo sin dejar que la desidia o el ‘no’ por defecto se instaure en el equipo.
- Seguro de sí mismo y de las posibilidades del equipo, sin dejar paso a la arrogancia, siendo capaz de actuar cuando las cosas se ponen feas y cuando llega el momento de tomar decisiones difíciles.
- Saber encontrar el término medio entre el trabajo y la motivación sabiendo medir la presión por los resultados, evitando así el agotamiento del equipo que a la fuerza se traduciría en unos malos resultados.
- Ser un modelo a seguir y dar ejemplo, con el fin de que no sólo el equipo respalde al jefe sino también el jefe al equipo, transmitiendo confianza e inspirando admiración con sus actos.
- Fomentar las buenas relaciones personales con y entre el equipo, siendo generoso y haciendo críticas constructivas que sean precisas, objetivas, consideradas y orientadas a mejorar.
En definitiva, un buen jefe es aquel que deja una marca positiva en sus colaboradores, de forma que éstos al recordarlo lo hagan por lo que aprendieron en lo profesional pero también en lo personal, y quieran, en la medida de sus posibilidades, replicar parte o la ‘receta’ completa de aquel líder que un día estuvo al frente del equipo en el que trabajaron.
Los comentarios están cerrados.