¿Qué es el desempleo tecnológico?
Se entiende por desempleo tecnológico la pérdida de puestos de trabajo provocada por la incorporación de nuevas tecnologías que pasan a desempeñar eficazmente tareas hasta entonces desarrolladas por personas.
El fenómeno del desempleo tecnológico no es nuevo. Pero comenzó a ser un tema de preocupación y debate a partir de la Primera Revolución Industrial que tuvo lugar en Gran Bretaña entre 1760 y 1830.
Alarma por la irrupción de las TIC: hay riesgos, pero no exageremos
En nuestros días, el concepto de desempleo tecnológico se aplica a los puestos de trabajo perdidos o desplazados por la incorporación de las denominadas TIC: tecnologías de la información y la comunicación.
Hoy parece preocupar más que en pasado, entre otros motivos, por:
- La velocidad a la que ahora se produce.
- El mundo está mucho más interconectado que antes.
- Las noticias se difunden con gran facilidad.
- Bastantes innovaciones son secundadas en poco tiempo por millones de usuarios y consumidores. Hace veinte años no existían productos o servicios como Google, Facebook, iPhone, Youtube, Netflix, Tesla, Uber, Bluetooth, Twitter, Kindle, iPad, GPS…
En muchas profesiones hay un elevado porcentaje de tareas desempeñadas que no son rutinarias y, por tanto, no son directamente automatizables.
Además, la implantación de nuevas tecnologías es un proceso lento y muchos empleados son capaces de adaptarse a ellas.
Tecnologías que nacen y mueren
Los que ahora tienen más de cincuenta años han visto nacer y morir los vídeos como soporte de películas.
- El fax, que en España empezó a generalizarse a partir de 1980 (y en pocos años arrinconó al telégrafo y al teletipo), tiene hoy un uso marginal: ha sido desbancado por el correo electrónico.
- En los países desarrollados han pasado a ser residuales el envío de cartas, postales y felicitaciones de Navidad en papel a través de servicios de Correos: ahora se mandan imágenes y textos a través del teléfono móvil.
La aparición de novísimas tecnologías supone el desplazamiento o la muerte de aquellas nuevas que no son capaces de reaccionar adecuadamente a los competidores recién llegados.
¿Cuántos trabajan en España en TIC? y Empleados TIC que trabajan en empresas no TIC
Según Eurostat, en España trabajaba en sector TIC el 2,4% de población ocupada, frente a una media europea de 3,5%. España ocupaba la posición 21 de 28 países; le seguían Portugal, Bulgaria, Letonia, Chipre, Lituania, Rumanía y Grecia. Este bajo porcentaje no debe interpretarse automáticamente como algo negativo; para hacer un juicio valorativo habría que tener en cuenta otros factores. Uno de los cuales es la importancia del sector turístico en España: ese año 2015 supuso el 11,1% del PIB y alcanzó los 2,49 millones de puestos de trabajo, lo que supone el 13,0% del total de empleos del país.
Lo novedoso del planteamiento de este informe respecto a los anteriores citados es que cifra en 695.104 los trabajadores, cuyas tareas corresponden a funciones y capacidades clasificables dentro de las profesiones de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), independientemente del sector de actividad de la empresa en que trabajan. Entre ellos se incluye, por ejemplo, un licenciado en informática contratado como programador informático en un hospital (actividad de la empresa: sanidad) o bien un ingeniero técnico que realiza tareas de su especialidad en una empresa del sector energético.
Nuevos puestos
A efectos del número global de empleos la irrupción de nuevas tecnologías, incluso cuando desplazan a otras, puede tener efectos positivos. Es un fenómeno de difícil cuantificación porque en la creación y destrucción de puestos de trabajo influyen muchos factores no tecnológicos, como: coyuntura económica, regulación gubernamental, aparición de competidores y nivel de infraestructuras y de desarrollo del país.
Varios estudios llegan a la conclusión de que el cambio tecnológico genera nuevos empleos por lo que el número global de puestos de trabajo podría aumentar.
La gran paradoja de nuestra era
Una aparente incongruencia es que las personas a quienes más beneficia la economía automatizada, es decir, aquellas con mayor nivel de formación y salarios más elevados, dedican al trabajo muchas más horas que sus colegas de hace un par de décadas, cuando el paradigma proclamado hace unos años era que cada vez podríamos disfrutar de mayor tiempo de ocio.
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