Paro y mucha movilidad, con contratos de sustitución muy cortos y mal pagados, es el panorama laboral que se encuentran los enfermeros en España, un país que, tras perder 20.000 puestos de trabajo en el sector en los últimos años, ve como sus recién graduados se marchan al extranjero para labrarse un futuro.
El problema no es tanto el salario medio de los contratados en el sistema público, que varía en cada comunidad autónoma y que, por ejemplo, es de unos 1.800 euros mensuales más complementos en la Comunidad de Madrid según el sindicato Satse, sino la falta de continuidad laboral
Y es que los profesionales de enfermería españoles, reconocidos internacionalmente por su buena preparación universitaria, se ven obligados a emigrar al extranjero para «tener un trabajo fijo, continuado y poder coger experiencia profesional».
Así lo asegura la directora de relaciones internacionales del Consejo General de Enfermería (CGE), Cristina García, quien critica que los jóvenes graduados apenas puedan trabajar «uno o dos meses al año».
Esta falta de empleo continuado choca con el alto ratio enfermero-paciente que tenemos: en España hay 12,3 pacientes por cada enfermero, mientras la UE recomienda que no atiendan a más de ocho cada uno.
«Parece que empieza a haber un poco de luz, pero hasta ahora no hay renovación de contratos para personal eventual, no hay coberturas de baja, no se reemplazan jubilaciones…», denuncia García.
El destino favorito de los enfermeros españoles es Reino Unido por cercanía y facilidad de idioma, pero también por el trabajo continuado que les ofrecen y la progresión en el mismo.
Según datos del registro del Nursing and Midwifery Council (NMC), homólogo británico del CGE, a finales de febrero de 2017 había 7.609 enfermeros españoles en aquel país.
En Londres ejerce la profesión Carlos, un enfermero que se marchó hace seis años para tener una «experiencia internacional» y que, aunque es algo que se plantea constantemente, a día de hoy no va a volver.
«Con las condiciones laborales que nos ofrecen en España, una vez adaptado aquí cuesta pensar que volver vaya a ser un paso adelante», afirma.
Reino Unido, además, le permite evolucionar en su trabajo y tener cada vez más competencias, como ser asistente en cirugías, algo que en España no podría porque la profesión está «mucho más definida».
Esto también implica un mejor salario, indica Carlos, ya que los tramos salariales por competencias son muy amplios y permiten a un enfermero británico cobrar «entre 20.000 y 100.000 libras al año».
Mientras que en España el sueldo «no es discutible» y sólo mejora por antigüedad, a base de trienios trabajados, o alargando las jornadas laborales que, en muchos casos, incluyen guardias nocturnas.
Cansada de hacer «sustitución tras sustitución» y de la organización del sistema sanitario español, Lara viajó a la capital británica a trabajar como matrona.
Aunque la mecánica del sistema público es bastante similar, destaca que cada hospital contrata a sus propios empleados y dentro del mismo van progresando, mientras que en España las contrataciones se hacen mediante oposiciones y bolsas de trabajo, por lo que encontrar un trabajo fijo para una enfermera joven es «prácticamente imposible».
Y valora la independencia para ejercer su profesión que tiene como matrona en Reino Unido, donde su trabajo no depende de un médico, razón por la cual no se plantea volver a España a corto plazo.
Francia e Italia siguen al país británico como destinos preferentes, pero es Alemania el país que más reclama últimamente a profesionales españoles.
A punto de marcharse allí estuvo Laura, enfermera madrileña de 28 años, pero finalmente consiguió un trabajo fijo en España y lo paralizó.
El problema de Alemania, según señala, es que su trabajo estaría menos valorado y consistiría en ser auxiliar de enfermería, una profesión inferior a la suya, y hasta que no tienes muy buen nivel del idioma no te dan más competencias y te aumentan el salario.
En España siente que su labor está bien valorada por los pacientes, aunque cree que aún hay parte de la sociedad que todavía ve al médico un escalón por encima, como si fuera su jefe, cuando «en realidad no lo es».
Sin embargo, sí critica el bajo sueldo que cobran los jóvenes, basado sobre todo en complementos y antigüedad, pues el salario base es «una miseria», y que los recortes en personal han provocado que muchos profesionales se tengan que marchar fuera.
«Realmente hacen falta más enfermeras, pero no cubren las vacaciones ni las bajas ni nada y estamos diariamente trabajando bajo mínimos y con los hospitales colapsados», lamenta.
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