El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprovechó su primer discurso como el 45 mandatario de la primera potencia del mundo para lanzar un feroz ataque contra el establishment y los países que «saquean» a la nación fabricando sus productos, «robando nuestras empresas y destruyendo nuestros empleos». Un tono radical que no suele ser característico de una ceremonia de investidura y que se distanció del mensaje de «esperanza frente al miedo» elegido hace ocho años por su ya predecesor en el cargo, Barack Obama.
Trump no demostró querer diferenciar su lenguaje y sus maneras como presidente de la lingüística nacionalista utilizada durante la campaña electoral y nada más jurar su cargo ante el juez del Tribunal Supremo, John Roberts, en el Capitolio, aseguró que dicho traspaso de poderes no era uno al uso. «Estamos transfiriendo el poder de Washington y devolviéndolo a la gente», señaló en un guiño al populismo que le hizo vencedor.
Un primer ataque a los políticos y legisladores de la capital estadounidense a los que el mandatario acusó de «florecer» mientras el resto de los ciudadanos se han quedado atrás. «Los hombres y mujeres olvidados de este país ya no lo serán más, todo el mundo os escucha ahora», incidió al tiempo que describió un panorama perfilado por el crimen y la inestabilidad social. Un peculiar contexto que virará bajo su Gobierno, donde los intereses estadounidenses se convertirán en el pilar de sus políticas y decisiones al frente de la Casa Blanca.
«Esta carnicería en América termina aquí y ahora», dijo mientras mencionó como «la riqueza de la clase media ha sido saqueada de sus casas y redistribuida a lo largo del mundo. Pero esto es el pasado y ahora solo miramos al futuro». Acusando implícitamente de esta situación a sus predecesores en el Despacho Oval (Obama, George W. Bush y Bill Clinton), todos ellos presentes en la ceremonia, Trump criticó los «billones de dólares gastados en el exterior mientras la infraestructura americana está en decadencia» o la defensa de otras fronteras «rechazando proteger la nuestra».
En términos de seguridad y en referencia a otras naciones, Trump dijo que su Gobierno será de «amistad y buena voluntad», pero anteponiendo los intereses de EEUU. «Vamos a reforzar las viejas alianzas y formar otras nuevas. Y unir al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que vamos a erradicar por completo de la faz de la tierra», aclaró.
Priorizar EEUU y su gente
Una situación que su Administración promete cambiar con su ya conocido mantra. «Desde este momento será América primero», reiteró al enumerar dos simples reglas por las que se regirá el país: «Compra América y contrata americanos». Un claro mensaje que posteriormente reiteró vía tuit desde su cuenta personal, hundiendo las esperanzas de aquellos que pensaban que una vez en la presidencia, Trump dejaría de usar la red social.
Durante la jura de su cargo sobre dos Biblias, una de su propiedad y otra que usó Abraham Lincoln en su primera toma de posesión, el mandatario se comprometió a «preservar, proteger y defender la Constitución de EEUU» antes de exclamar aquello del «así que Dios, ayúdame». Centenares de miles de personas asistieron desde la explanada del National Mall a la transferencia de poder del expresidente a Trump, donde Mike Pence también juró su cargo como vicepresidente del país, en una ceremonia a la que acudieron los máximos representantes del poder en Washington, que incluye varios expresidentes, legisladores y miembros del Tribunal Supremo.
Protestas contra el presidente
Al mismo tiempo las protestas en las inmediaciones se cobraron más de 95 detenciones tras registrarse algunos disturbios con la policía. Por lo menos 69 congresistas demócratas boicotearon la toma de posesión al afirmar que no pueden olvidar las expresiones ofensivas de Trump durante la campaña en contra de los mexicanos, musulmanes y las mujeres, o sus críticas al congresista John Lewis, ícono de los derechos civiles, por considerar que su elección no fue legítima.
La manifestación más importante en contra del nuevo presidente tendrá lugar hoy en la llamada Marcha de las Mujeres, cerca del Capitolio estadounidense. Una situación que pone de manifiesto la división entre la sociedad estadounidense y que Trump mencionó antes de finalizar su discurso al abogar por la solidaridad y el respeto a los demás. «Cuando abres tu corazón al patriotismo, no hay espacio para el prejuicio», afirmó.
Poco después de despedir a Obama y su esposa Michelle, que pusieron rumbo a la Base Andrews para posteriormente partir hacia Palm Springs, el presidente Trump firmó los primeros decretos bajo la atenta mirada de su familia, el vicepresidente Pence y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. La página web de la Casa Blanca ya contempla las promesas de su nuevo inquilino, quien «planea crear 25 millones de nuevos empleos en la próxima década y regresar a un crecimiento anual del 4%».
También se incluyó una referencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) donde se reiteró el compromiso del mandatario a renegociar este acuerdo. «Sin nuestros socios rechazan una negociación que ofrezca una situación justa a nuestros trabajadores, el presidente anunciará la intención de EEUU de abandonar el Nafta», rezaba uno de los propósitos.
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