Según los últimos datos registrados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en agosto de este año había en España 1.789.904 demandantes de empleo mayores de 45 años que estaban parados. Una cifra que, aunque parezca demasiado abultada, supone un descenso del 4,79% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Los mayores de 45 años, tan denostados en la parte álgida de la crisis, vuelven a ser un activo muy importante para las empresas, que valoran su experiencia y red de contactos por encima de la ilusión y energía de las personas jóvenes que entran a formar parte del mercado laboral.
Los mayores han vuelto a entrar en el mercado, y de qué manera. No obstante, hay que entender que este cambio de mentalidad en las empresas no hubiese sido posible sin un descenso en los salarios de los trabajadores más experimentados, que se han reducido entre un 25 y un 40 por ciento durante los últimos años de la crisis.
Sin embargo, este no es el único factor que explica por qué cada vez hay más trabajadores por encima de una edad que, hasta hace poco tiempo, era uno de los mayores hándicaps para encontrar empleo. Por un lado, porque su implicación es mayor que la de los trabajadores más jóvenes, ya que sus necesidades financieras son mayores y, por tanto, saben valorar mucho más sus oportunidades laborales.
Esta circunstancia tiene un efecto aún más beneficioso si cabe: estas personas son más realistas en cuanto a sus expectativas de futuro, lo que hace que su nivel de compromiso sea más elevado. Su rotación es más baja que en otros colectivos, lo que ahorra costes de formación y personal y redunda en una menor incertidumbre.
En definitiva, las virtudes de las personas mayores son más que nunca valoradas por las empresas y los mayores de 45 años vuelven a estar, por méritos propios, de nuevo en el mercado.
Los comentarios están cerrados.