Con cifras de empleo nada alentadoras muchos trabajadores experimentan la tensión frente a la posibilidad de perder su fuente laboral, lo que puede originar en algunas personas efectos psicológicos que desencadenan estrés.
Según los últimos indicadores del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del trimestre mayo-julio, la tasa de desempleo alcanzó el 7.1%, la mayor en los últimos 5 años, cifra que según algunos expertos podría incrementarse en los meses siguientes. Datos preocupantes para una ciudadanía ya temerosa ante la idea de engrosar la lista de cesantes. De hecho, una encuesta realizada por el Centro de Estudios Centro de Estudios Libertad y Desarrollo (LyD) en junio de este año, indica que el temor a perder el empleo alcanza el 50%, la cifra más alta desde el 2004, y con una opinión negativa sobre la situación del empleo general a un año plazo.
Con ese nivel de pesimismo generalizado, la percepción de riesgo laboral podría aumentar, con consecuencias aparejadas en lo psicológico que a veces es necesario atender. «Vivimos en una sociedad bastante ansiosa en general, en donde este tipo de trastornos ha aumentado en los últimos diez años, incluso en población más joven, algo raro hace una década. Y siempre hay que tener presente que el factor de perder el empleo será un estrés importante, sobre todo si hablamos de familias donde el ingreso entra sólo por una vía o hay un solo sostenedor», señala el coordinador académico de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Felipe Vergara.
Según el psicólogo, esto obviamente está permeando los niveles de estrés de la familia y la solución va a depender de las herramientas que tenga esa persona para manejarlo adecuadamente. «En general, tenemos muy pocas estrategias paliativas. Por ello solemos somatizar mucho con un cansancio crónico o dolores musculares que mitigamos con remedios alopáticos, por ejemplo», explica.
Sin embargo, hay ciertas señales que permiten darnos cuenta de que estamos viviendo más que un simple temor. «La primera señal es el cuerpo. En general estaré más cansado, o necesitando más tazas de café o estaré con problemas para dormir. Y cuando esto empieza a hacerse crónico y llevo semanas con esto, probablemente puede que se empiece a anquilosar al diario vivir. Y si se extiende por dos o tres meses, puede instalarse como hábito», advierte el profesional.
Para Vergara, acá lo importante es identificar cuándo se está pasando por un periodo de cansancio y de estrés. «Es necesario saber qué puedo dejar de hacer, qué puedo delegar o reorganizar para bajar la carga y no comprometerse con más de lo que uno puede. Es usual que, como hay pérdida de la confianza sumada a la incertidumbre laboral, la mayoría de las personas trata de cubrir su trabajo, por lo que no delega ni coopera ni se relaciona con otros para poder tener un desempeño grupal que vaya acorde con lo que se está pidiendo», plantea el experto.
En este contexto, juegan en contra las formas de trabajo que apuntan mucho al desempeño individual «Aquí este estrés, en el que sólo yo puedo resolver mis temas, sumado a la incertidumbre frente al trabajo, probablemente estará gatillando mucho más en el ámbito de la salud y en el ámbito de lo emotivo, es decir, en cómo administro y me hago cargo de mis propias emociones en el trabajo y cómo me las llevo además para mi casa», agrega el docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico.
Por ello, es importante tener claro cuáles son los aspectos que dependen del trabajador y cuáles dependen del colectivo o de la institución. «Muchas veces tratamos de controlar aspectos que no están en el campo de influencia. Entonces es bueno saber cuál es mi área de intervención, hasta dónde puedo hacer algo para mantener mi trabajo y qué acciones puedo tomar para que sea lo más colaborativo posible. Para que en el fondo los objetivos de mi trabajo sean objetivos también de otros y perseguidos por varios. En la medida en que a todos les va bien y hay redes de apoyo, la sensación de agrado frente al trabajo y la calidad de vida laboral aumenta», enfatiza.
También existen algunas técnicas que ayudan a evitar la pérdida de energía en momentos de estrés. «Uno de los males hoy en día es decir y pensar que no tenemos tiempo. Pero la verdad que más que no tenerlo es que no tenemos energía para hacer todo lo que tenemos que hacer. Entonces tenemos que plantearnos cuánta energía tenemos para poder desarrollar aquello que nos está estresando y demandando y, a partir de eso, cambiar ese switch. Es decir, no es el tiempo sino cuánto puedo hacer y resolver yo en el aquí y en el ahora. Una de las herramientas que nos da el mindfulness es la atención plena, que es una herramienta usada en la prevención del estrés que nos ayuda a tener una actitud de estar presente con el cuerpo, mente y emociones en el aquí y en el ahora; es un estilo de vida en donde puedo determinar qué puedo hacer aquí y ahora con los recursos que tengo en este minuto. Ello me va a permitir focalizarme en ese movimiento y no en la anticipación ni en la angustia que me pueda generar todo lo que tenga pendiente», asegura Vergara.
Familia y tiempo libre
Nadie pone en duda que la vida debe ser un complemento de varios ámbitos, como el profesional, el familiar y el tiempo libre. Pero también es fácil olvidarse de esta diversidad cuando se asoman momentos de crisis laboral, pese a que ayudan a evitar el desarrollo de enfermedades de salud mental.
«La vida debe estar complementada por distintos ámbitos, no solo familiares, sino además ámbitos de amistad, de crecimiento personal, de ocio, que da la posibilidad de pensar y de crear. Pero no para llenarnos más la agenda y con la actitud del deber. Debe estar en el ámbito de la relajación. Lo ideal es insertar cosas que nos cambien la rutina, aquellas cosas que aunque sea un rato, como ver una serie, leer un libro, realizar actividades lúdicas o practicar deporte, equilibren la alta carga de trabajo», precisa Felipe Vergara.
No obstante, en estos casos de estrés, el psicólogo recomienda apoyarse en la familia. «Hay estudios que nos dicen que la familia es un factor protector respecto de enfermedades que afecten la salud mental. Por ello es que ésta juega un rol fundamental en el ámbito de la distracción y entretenimiento. Así, es bueno no hablar de trabajo al estar juntos, dejar el celular fuera en horarios de comida; cosas que son simples pero que tienen impacto a largo plazo, porque finalmente estoy dando la posibilidad a que el espacio familiar no se sature con lo externo», aconseja el académico de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
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