La recuperación del mercado laboral se ha olvidado de quienes que llevan más tiempo sin trabajo. Uno de cada cuatro desempleados lleva al menos cuatro años en esta situación. En total suman 1.127.879 de los más de 4,5 millones de parados que había en España entre abril y junio. Con la crisis esta cifra se ha multiplicado por 11, según la encuesta de población activa. Los parados de tan larga duración, señalan los experto, es un colectivo que precisa mucha ayuda para volver a trabajar, ya que las empresas prefieren contratar a quienes perdieron su empleo hace menos tiempo o a jóvenes.
Es una cifra fría. Como todas. Pero detrás de ella se esconden 1.127.879 personas que no han tenido trabajo al menos en los últimos cuatro años. No es la cifra más alta de la serie. Esa fue hace justo un año, cuando llegó a 1,18 millones. Sin embargo, sí que es el porcentaje más alto de todos. Nunca hasta ahora el 24,8% de los parados ha estado tanto tiempo sin encontrar un trabajo.
Para este colectivo, la creación de empleo de los últimos dos años largos apenas se ha notado. Y eso se nota en el protagonismo creciente del grupo dentro del grupo de parados: si el techo del desempleo en España se tocó a finales de 2013, quienes llevan un cuatrienio o más sin empleo siguieron creciendo hasta hace un año, según los microdatos del segundo trimestre de 2016 de la encuesta de población activa que elabora el INE depurados por el investigador de Fedea, Florentino Felgueroso.
Parados de larga duración
Una de las características del mercado laboral español por su alta tasa de temporalidad (25,7% este verano) es que hay una gran rotación en los puestos de trabajo. Eso amortigua, pese a la carga de precariedad, los efectos de un paro tan elevado, ya que se comparte tanto el empleo como el desempleo. Sin embargo, este colectivo ni siquiera se beneficia de este fenómeno. Algo que se desprende de la observación de José Ignacio García-Pérez, profesor de Economía en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla: “Yo, sobre todo, estudio los flujos de entrada y salida de la ocupación y ellos no están en mis estimaciones”.
Si una persona pasa más de un año sin trabajar en Europa, pasa a ser considerada un parado de larga duración. En Estados Unidos el salto se da a los seis meses. Este cambio de consideración se debe a que tienen más difícil reengancharse mercado de trabajo y volver a encontrar una ocupación. Los expertos y estudios económicos sobre la materia concluyen que las empresas prefieren contratar a quienes perdieron su empleo hace poco tiempo o a los que entran en el mercado laboral por primera vez.
“Las empresas se fijan mucho en el tiempo que hace que no han trabajado. No se les considera ni candidato”, explica Enrique Negueruela, técnico de empleo en las oficinas del servicio público gallego que observa este problema a diario. “Una persona que ha estado cuatro años fuera necesita reciclarse y una contratación inmediata. Formación y empleo”, prosigue quien también fuera asesor de Empleo del Xunta de Galicia en los años del bipartito.
El objetivo de una medida así es, por un lado, dar una alternativa —otro oficio— a un grupo que en una gran mayoría tiene poca formación (el 63% solo tienen formación de secundaria obligatoria o menos). Pero también busca rellenar en el currículum el hueco de la experiencia en los últimos tiempos.
“Es imprescindible tener una experiencia laboral reciente, aunque sea corta”, apunta García-Pérez, que trabaja en un proyecto de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) sobre cómo elaborar perfiles de parados para lograr cuanto antes su vuelta al empleo. Aunque, en su opinión, no sirve cualquier experiencia: “Muchos vienen de la construcción. Necesitan reciclaje. Y la experiencia no puede ser que les contraten ayuntamientos para hacer obras. Es una medicina que reincide en la enfermedad”.
El empleo público es una de las soluciones que pone sobre la mesa José Ignacio Pérez Infante, economista especializado en el mercado laboral. La prefiere a las bonificaciones o los descuentos indiscriminados en cotizaciones sociales como medida de política de inserción —históricamente la principal apuesta de los responsables de Empleo—.
“Que dejen esos incentivos, no sirven, además en muchos casos, los contratos se habrían hecho igualmente”, apunta. “Si las empresas no pueden atenderles, que haya empleo público. Algo hay que hacer para este colectivo y, por otro lado, para evitar que se sobrepase el año en paro”, reclama este experto, argumentando que “a ese parado de cuatro años, es prácticamente imposible que lo contraten si tiene más de 50 años”.
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