El cazatalentos Ismael Pimentel tiene un problema, y gordo. Después de dedicar tiempo y esfuerzo a buscar consultores especializados para uno de sus clientes, ha tenido que tirar la toalla y buscar en otra parte. «Llevamos buscando gente dos meses, y sólo hemos encontrado a una persona en España, el resto hemos tenido que ir a buscarlos a Argentina», explica el socio de Ackermann Beaumont Group en España y América latina.
La experiencia de Pimentel refleja una extraña situación en el mercado laboral de España, que está obstaculizando los esfuerzos del país para reparar los daños que ha hecho la crisis económica. Y es que, incluso con 5 millones de personas sin empleo, el próximo presidente del Gobierno tendrá que hacer frente a una situación de escasez de trabajadores.
«Es una paradoja», explica Valentín Bote, jefe de investigación en Randstad España. «La tasa de desempleo es muy alta, y aun así vemos algunas tensiones porque los desempleados no tienen las cualificaciones que el mercado demanda», añade.
Eso hace que, aunque la tasa de desempleo rebase el 20% (la segunda más alta de Europa), hace que Randstad prevea que en 2020 habrá no menos de dos millones de puestos de trabajo que costará cubrir, desde desarrolladores de software a matemáticos, pasando por enfermeros geriátricos.
Desconexión entre formación y empleo
El candidato del Partido Popular al Gobierno, Mariano Rajoy, ha prometido crear un millón de puestos de trabajo al año en la campaña electoral, pero se ha centrado más en puestos destinados a la legión de desempleados, en lugar de producir trabajadores cualificados para mover la economía. Al mismo tiempo, la oposición a Rajoy ha rercordado que su política de recorte de sueldos y de protección ante el desempleo ha creado sobre todo puestos de baja cualificación, mal pagados.
«La fuerza de trabajo no tiene las cualificaciones que el mercado necesita, y eso es un problema real», afirma Sandalio Gómez, profesor emérito de la IESE Business School en Madrid. Eso es un lastre para la productividad, retrasa las inversiones y pone contra las cuerdas al sistema de pensiones, que necesita a trabajadores con buenos salarios para que paguen las prestaciones a una población cada vez más envejecida.
Gomez añade que «la educación y el empleo están en dos universos alternativos, pero no están conectados realmente. Mientras que en otros países, como en Estados Unidos, la educación universitaria está diseñada para conseguirte un empleo, ese no es el caso de España».
Cuando se le pregunta por las causas de esta situación, Pimentel coincide en el análisis: «Esta sociedad necesita urgentemente profesionales digitales, pero no hay suficientes lugares donde puedas aprender esas habilidades. España es un país que no está invirtiendo lo suficiente en tecnología».
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