El número de parados registrado por el antiguo Inem se encuentra ya en su nivel más bajo de los últimos seis años: 4,01 millones de personas. Lograr ese hito ha sido posible gracias al buen comportamiento que el mercado laboral arrojó el mes pasado, cuando el total de desempleados se redujo en casi 84.000 individuos respecto a marzo y, lo más importante, se crearon 158.038 empleos. Sólo hay otro mes de abril en la serie histórica en el que el alza de las afiliaciones haya sido tan abultada.
Son todas cifras que afianzan la buena impresión que dejó la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre y demuestran que el mercado de trabajo continúa mostrando fortaleza en unos momentos especialmente difíciles. De hecho, el Banco de España alertó ayer de que ya es real el riesgo de una mayor desaceleración del PIB, por el impacto de la incertidumbre política en el consumo y la inversión.
Ahora bien, es un mérito de la reforma laboral aprobada en 2012 haber reforzado la capacidad generadora de puestos de trabajo para hacer frente a enfriamientos del PIB (ahora basta un avance del 1,5% para que crezca la afiliación ). En paralelo, la reforma va corrigiendo algunos de sus puntos flacos, como la precariedad del empleo creado.
No en vano, el mes pasado el ritmo de crecimiento de los contratos indefinidos casi triplicó al propio de la contratación en general. Es cierto que todavía quedan muchos aspectos que corregir, como el referido a la escasa eficiencia de las políticas activas de empleo; pero también lo es que la reforma impulsada por la ministra Fátima Báñez aún nutre la creación de empleo, por lo que el futuro Gobierno debe asegurar su continuidad.
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