Parece que a pesar del crecimiento del Producto Interior Bruto los bajos tipo de interés, el euro débil, el petróleo barato y una Semana Santa que ha caído íntegramente en el mes de marzo (con un sector turístico viviendo un momento único, gracias en parte a la situación geopolítica) no ha sido suficiente para que se haya creado empleo en esta primera encuesta de población activa (EPA) del año, ofrecida por el Ministerio de Trabajo.
Al contrario, se han destruido 64.000 empleos, se ha reducido una vez más la población activa en 52.000, dejando la tasa de desempleo en el 21 por ciento.
Habitualmente, este trimestre no es favorable para el empleo, pero teniendo en cuenta que, como decíamos anteriormente, la Semana Santa ha recaído íntegramente en el mes de marzo, los datos deberían haber sido bastante mejores. El año 2016 ha arrojado peores datos que el 2014 y 2015, con el agravante de que el año pasado la Semana Santa cayó íntegramente en el mes de abril. Esto no hace más que confirmar que la desaceleración y el enfriamiento de nuestro mercado de trabajo es una realidad.
Otro dato preocupante es que toda la destrucción de empleo que se ha dado durante este trimestre corresponde al sector privado; por el contrario, el sector público, a pesar de la necesidad imperiosa de reducir déficit y cumplir con nuestros compromisos con Europa, ha sido un gran generador de empleo.
En todos estos factores que hemos comentado anteriormente, la inestabilidad política tiene un peso importante. La falta de un Gobierno estable hace que las inversiones se retrasen, las contrataciones se detengan y, en general, empresarios, inversores, etc., esperen a que se aclare el panorama. Debemos destacar en este punto, que no sólo se espera un gabinete estable, se espera un Ejecutivo que siga ahondando en las reformas que emprendimos hace tres años y que, dentro del drama que supone la situación general, han ayudado a crear más de un millón de puestos de trabajo y han introducido un dinamismo y una flexibilidad al mercado de trabajo que ha sido clave para esta tímida recuperación que estamos viviendo.
Pero más de 8 años de penurias en nuestro mercado laboral dejan muchas cicatrices; de los 4,8 millones de desempleados, más de la mitad son de larga duración, es decir, que llevan más de un año sin encontrar trabajo, y este problema se va agravando con el tiempo.
Destacamos en este sentido, que en este trimestre, el número de hogares con todos sus miembros en paro ha subido un 3,5 por ciento y que cada vez hay más personas que quedan desprotegidas, que pierden sus prestaciones, existiendo un problema elevado de pobreza extrema que tardará en corregirse.
Debemos ser conscientes que este problema sólo se soluciona con unas políticas activas de empleo adecuadas (no como se ha venido haciendo hasta ahora con la formación ocupacional, y que ha dado lugar a tantas corruptelas), es decir, tenemos que invertir en este colectivo, formándolos y dándole competencias que realmente demande el mercado de trabajo y que les permita acceder a un puesto de trabajo.
Finalmente, y para que no todo sea negativo, porque no lo es, destaco algunos datos positivos de esta EPA, como que la tasa interanual y el ritmo de creación de empleo se situó en el 3,2 por ciento, el número de parados se redujo en un 12 por ciento y el número de contratos indefinidos aumentó en 52.000 personas, etc.
Esperemos cómo evoluciona el mercado y cómo impactarán las nuevas elecciones que se celebrarán en el mes de junio.
Los comentarios están cerrados.